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Tangoterapia para el alzheimer

Esta enfermedad degenerativa todavía no tiene cura, pero el baile y el ejercicio físico en general ayudan a mejorar la calidad de vida de quienes la sufren. En Uruguay y el mundo se enseña tango para aliviarla
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27 de junio de 2014 a las 05:00
Cuando el viernes llega la hora del taller, Anabella Consonni reparte gemelos para las camisas, pañuelos para ponerse a tono, y el salón se inunda de tango. Hace dos años, cuando comenzó con las sesiones, había optado por el tango instrumental. Pero luego notó que algunos pacientes podían recordar la letra. Entonces cambió el repertorio y dio la oportunidad a sus alumnos de entrenar la memoria con aquellas canciones que conocieron en su juventud. Eso es, en parte, lo que busca la tangoterapia.

Consonni dicta talleres en varios residenciales, a adultos mayores que padecen el mal de Alzheimer, un tipo de demencia que afecta principalmente la memoria a corto plazo.

En Uruguay no existen cifras concretas de cuántas personas sufren esta enfermedad, pero se estima que unos 50 mil uruguayos padecen demencia, y que el alzheimer constituye cerca del 70%.

Dependiendo del nivel de afectación, algunos de ellos no pueden recordar sucesos recientes o nuevas personas, e incluso pueden llegar a mirarse al espejo y creer que están frente a alguien más. Esta enfermedad degenerativa, por la cual las neuronas son sustituidas por la sustancia amiloide y una proteína llamada tau, eventualmente lleva a los pacientes a perder la capacidad lógica.

Aun así, muchos de ellos son capaces de recordar cómo hacer un gancho, cortes y giros, tararean la melodía o cantan la letra de esta música rioplatense. De hecho, algunos de los alumnos-pacientes van a las sesiones con bastones o andador e igual se mueven al compás de los tangos de cada ocasión. Consonni no asiste a las sesiones “con tacos y pollera con flecos”, sino con championes. Después de todo, se trata de una terapia.

Según contó Consonni, quien es bailarina y profesora de baile desde hace más de 20 años, el proyecto surgió por iniciativa propia luego de un viaje a Italia, donde la tangoterapia ya es una práctica extendida, al igual que en Argentina.

En Uruguay, la Facultad de Medicina junto con Joventango lanzó en 2009 un proyecto piloto de tangoterapia para pacientes con la enfermedad de Parkinson, pero hasta el momento no se había trabajado con personas con alzheimer de esta forma. De hecho, Consonni también se dedica a pacientes con esa enfermedad degenerativa, que afecta al sistema nervioso central.

Al ritmo del tango


Los científicos no han encontrado cura contra el alzheimer y el tango no puede revertirlo, pero bailarlo colabora a mejorar la calidad de vida de las personas que sufren la enfermedad.

Ese es el objetivo de las sesiones, donde por el solo hecho de que las personas se abracen, se escuchen y estén en contacto se sienten mejor, aumenta su autoestima y su vitalidad, contó la profesora, que aclaró que ni siquiera es necesario estar de pie para bailar. De hecho, ha recibido pacientes en silla de ruedas, que de una forma u otra se mecen al ritmo de la música.

El hecho de ser un tema conocido que recuerdan desde su juventud, a veces los conduce a dialogar al respecto con coherencia, incluso cuando se trata de pacientes con un nivel de alzheimer avanzado, dijo la terapeuta, quien dicta sus talleres en el Hogar Israelita, en Red Bienestar y en La Maison.

“Bailar tango sirve aunque seas anciano o joven. Implica preocuparte por el otro, concentrarte. Abandonarte a vos y contener al otro”, explicó la tangoterapeuta, quien también da clases de danza a niños y adolescentes.

Abrazo sanador


Las sesiones de tangoterapia implican tener sillas en la sala. Comienzan con la “entrada en calor” –una actividad previa a cualquier ejercicio físico–, sentados cada uno en su lugar, levantando brazos, piernas, relajando los hombros. Todo al compás del tango.

Luego, la terapeuta evalúa la situación de cada uno ese día, por ejemplo, el equilibrio, y decide si están aptos para bailar en pareja.

El hecho de que canten mantiene activas las cuerdas vocales. El movimiento del cuerpo, aunque no se trate de complicados “ochos” con los pies, implica ejercicio físico aeróbico, “por lejos” la forma más potente de prevenir el alzheimer.

Así lo explicó el psiquiatra social Pedro Bustelo, fundador del Residencial Red Bienestar. Tres años después de que su padre contrajera alzheimer, el doctor Bustelo decidió crear un espacio de cuidados para los adultos mayores. Allí también se dictan talleres de tangoterapia desde hace más de un año. Su padre, de 83 años, que estuvo en silla de ruedas durante cerca de un mes y a veces no lo reconoce, también baila.

Según explicó Bustelo, no hace falta bailar para hacer ejercicio físico; basta con caminar todos los días. Es que cuando uno hace deporte mueve entre 90 y 95 litros de aire por minuto “algo muy bueno para las neuronas”, mientras que sentados se mueven solo cinco.
Cuando una persona sostiene a otra por más de 30 o 40 segundos el cuerpo empieza a liberar oxitocina, que es la hormona de los vínculos”, dijo Bustelo

A su vez, cuando se hace ejercicio –bailar, por ejemplo– se mueven cinco litros de sangre por minuto, es decir, “toda la sangre que tiene el ser humano”, algo beneficioso para el nivel cardíaco. No en vano, en Red Bienestar hay clases de gimnasia cuatro veces por semana, contó el psiquiatra.

Pero bailar tango tiene otros beneficios para la salud, agregó. Primero, porque se trata de ejercicio físico entretenido, que no es monótono. Además, es un baile de contacto. “Cuando una persona sostiene a otra por más de 30 o 40 segundos el cuerpo empieza a liberar oxitocina, que es la hormona de los vínculos”, dijo Bustelo.

Al bailar también se libera dopamina, el neurotransmisor del placer. Es el mismo que libera la droga, como la pasta base, comparó el psiquiatra. Bailar también ayuda a mejorar la coordinación de los movimientos, otro de los efectos positivos de esta terapia con tango, resumió Bustelo.

Debido a la edad, que por lo general supera los 70 años, es común que los enfermos de alzheimer conozcan el tango desde su juventud. “No son rutinas nuevas sino que ya están en su memoria”, explicó el psiquiatra.

Para Consonni, esa es en parte la razón de que la tangoterapia sea “un puente entre el pasado y el hoy”.




Con un café


El jueves se realizó por primera vez en Uruguay “Un café para el recuerdo”, una actividad que busca sensibilizar acerca del mal de Alzheimer. La iniciativa fue organizada por la Asociación Uruguaya de Alzheimer y Similares (Audas), que a partir de ahora planea repetir la experiencia cada mes. El concepto nació en Holanda en 1997 y se reprodujo en otros países. La idea es que pacientes, familiares, amigos y expertos se reúnan dos horas en un café a hablar libremente de su situación.

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