Argentina, con una ambición renovada tras la dolorosa derrota en su debut ante Italia, se presentó en el Dunedin Stadium con el sueño de alcanzar su primera victoria en la historia de un Mundial femenino. En esta ocasión, el desafío no era sencillo, ya que se enfrentaron a Sudáfrica, campeonas continentales de su región.
Bajo la dirección de Germán Portanova, las argentinas decidieron buscar la hazaña con un esquema bien definido. Compusieron una línea de cuatro en defensa, un doble cinco con Daiana Falfán y Lorena Benítez, y tres volantes ofensivos, encabezadas por Paulina Gramaglia, Estefanía Banini y Flor Bonsegundo. Como única punta, contaron con la talentosa Mariana Larroquette.
Desde el inicio del partido, las sudamericanas demostraron intenciones de atacar y llevar el juego hacia la portería de Kaylin Swart. Sin embargo, fue Sudáfrica quien terminó la primera acción de peligro con una asistencia de Linda Motlhalo a Hildah Magaia, aunque la atenta Vanina Correa desactivó la jugada a tiempo.
Argentina respondió con fuerza, pero un cabezazo de Mariana Larroquette no encontró el destino deseado, y la potencia ofensiva de Bonsegundo por la banda también inquietó al equipo dirigido por Desiree Ellis.
La paridad se rompió a la media hora de juego. Una desconcentración en la defensa argentina permitió que Kgatlana quedara habilitada frente al arco y asistiera a Motlhalo, quien festejó el gol en medio de la incertidumbre inicial debido a una posible posición adelantada. Sin embargo, la revisión del VAR confirmó que la delantera sudafricana estaba habilitada, ya que una demorada salida de una defensora argentina la dejó en posición lícita.
Argentina buscó igualar el marcador con centros al área para explotar las debilidades de la arquera rival. Las respuestas dudosas de Kaylin Swart dieron esperanzas de empate, pero Bonsegundo no obligó a capitalizar las oportunidades. Además, un disparo de Paulina Gramaglia pegó en el travesaño, beneficiando a las africanas.
En el comienzo del segundo tiempo, Argentina hizo cambios en la alineación para ser más agresivo. Romina Núñez y Julieta Cruz ingresaron por Falfán y Benítez, pero aún así sufrieron con las réplicas sudafricanas, en parte, debido a errores propios. A los 20 minutos, un error en la salida de Cometti permitió a Kgatlana anotar nuevamente y ampliar la ventaja 2-0.
Sin embargo, las argentinas no se dieron por vencidas, y con el ingreso de Yamila Rodríguez al campo, mostró una nueva energía. Rodríguez, quien había enfrentado críticas previas por su admiración hacia Cristiano Ronaldo, aportó un juego distinto y fue complementada por Lonigro, quien debutaba en este tipo de competencias.
A falta de 16 minutos, un remate furioso de Braun, quien había sido movida de la defensa al centro del campo en un acertado cambio táctico del entrenador, se clavó en el ángulo de la arquera rival, poniendo a Argentina nuevamente en la pelea. Este gol fue un impulso inestimable para el equipo.
En consecuencia, Yamila Rodríguez, en función de wing derecha, lanzó un preciso centro al área, donde Romina Núñez se elevó para cabecear hacia un palo y revertir la caída. El gol fue celebrado con euforia por el equipo argentino y la afición presente en el estadio.
Aunque el esfuerzo no fue suficiente para conseguir la victoria, la selección argentina femenina dejó una muestra de su crecimiento y determinación en este Mundial, y se perfila como un equipo con potencial para enfrentar futuros desafíos con valentía y espíritu competitivo.
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