Pequeño y ligero, como una pequeña máscara, es perfecto para practicar snorkel y otras actividades subacuáticas recreativas; pero, en un futuro, sus usos irían mucho más allá, con una importancia incalculable, por ejemplo, como herramienta de rescate y salvavidas.
Ya se han alzado algunas voces que cuestionan la veracidad del invento, al menos en su totalidad. Afirman que no se ha comprobado científicamente que el prototipo extraiga la suficiente cantidad de oxígeno que requiere un adulto para satisfacer sus necesidades biológicas (que es mucho) y a su vez elimine correctamente el CO2. Por muy eficiente que sea su sistema de compresión, alertan, para respirar normalmente harían falta una bomba y un tanque de almacenamiento del gas mucho más grandes.
Su campaña de financiación en la página de crowdfunding Indiegogo va viento en popa (está pulverizando los récords: lleva recaudados más de 700.000 euros). Mientras, sus responsables alegan cuestiones de patentes para esquivar las preguntas más incómodas. El lanzamiento mundial ya tiene fecha prevista: diciembre de 2016.
Puede ir reservando una de las primeras unidades, por unos 300 euros (envío e impuestos no incluidos). Es, quizá, este precio de venta tan bajo lo que ha aumentado las suspicacias: si realmente la empresa de Yeon cuenta con una tecnología semejante, ¿la desperdiciaría de esta forma?
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