La presidencia de la cumbre, en la persona de Sultan Al Jaber, titular de la petrolera emiratí Adnoc, despierta suspicacias y críticas entre ambientalistas y expertos.

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La cumbre climática de Dubái comenzó con un llamado a dejar atrás los combustibles fósiles

La convocatoria de Naciones Unidas presagia duras negociaciones sobre el abandono de los hidrocarburos y la constitución de un fondo para la mitigación y la reparación de daños
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30 de noviembre de 2023 a las 09:56

La Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP28), la mayor convocatoria de este tipo en la historia, abrió oficialmente sus sesiones en Dubái, la capital de Emiratos Árabes Unidos, en medio de una cascada de fenómenos meteorológicos sin precedentes y las tensiones entre los países ricos y en desarrollo sobre la forma de resolver el calentamiento global y sus consecuencias.

En la apertura, el jefe de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC), Simon Stiell, urgió al mundo a promover el "declive definitivo de la era fósil", poco después que el presidente de la COP28, el emiratí Sultan Al Jaber, requiriera que se mencione "el papel de los combustibles fósiles" en el acuerdo final, posición que pregona una “solución realista” a las emisiones de gases invernadero producto del uso de hidrocarburos.

Además de las discusiones en torno a temas como el financiamiento de la transición hacia energías limpias  y los compromisos de cada país para luchar contra las emisiones de dióxido de carbono, planea sobre la cita el conflicto entre Israel y Hamás. En ese contexto, el presidente de la anterior COP, el canciller egipcio Sameh Shukri, pidió un minuto de silencio por "todos los civiles fallecidos en el actual conflicto de Gaza".

La COP28, que se celebrará a lo largo de 13 días en un enorme parque de exposiciones, cuenta con 97.000 inscriptos entre delegaciones oficiales, representantes de organismos multilaterales, oenegés y expertos, más del doble que la cita anterior, una muestra de la urgencia que plantea el calentamiento global y los intereses que ponen en juego las medidas de mitigación y reparación de daños.

Ya desde su convocatoria por parte de Naciones Unidas (ONU), la COP28 ha despertado duras críticas de las organizaciones ambientalistas y expertos debido al país anfitrión, la séptima potencia petrolera mundial, pero también por la elección de su presidente, Al Jaber, titular de Adnoc, una de la principales compañías a nivel global dedicadas a la extracción de petróleo y gas.

A la cita deberían acudir, entre otros, el rey Carlos III de España; el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva; y el mandatario de Colombia, Gustavo Petro; además del presidente de España, Pedro Sánchez. En cambio, el papa Francisco tuvo que anular su presencia por recomendación médica, cumbre en la que tampoco asistirá el jefe de la Casa Blanca, Joe Biden, enfocado en la guerra entre Israel y Hamás, según informó su gobierno.

Según lo previsto, una vez adoptada la agenda oficial de la conferencia, Dubái acogerá durante dos días a más de 140 líderes mundiales, entre ellos el presidente israelí, Isaac Herzog, y el jefe de la Autoridad Palestina, Mahmud Abás. También debería pronunciarse ante esta cumbre climática el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, mientras que el presidente ruso Vladimir Putin estará ausente, aunque su país se muestra activo en las tensiones que rodean la cita.

La cumbre tiene lugar cuando los expertos en clima advierten que 2023 podría convertirse en el año más caluroso jamás registrado, advirtió la ONU en la sesión de apertura, oportunidad en la que exigió medidas urgentes para frenar el calentamiento global.

"Los gases de efecto invernadero están en niveles récord. Las temperaturas globales baten récords. El mar está en niveles récord y la banquisa de la Antártida nunca había sido tan delgada", señaló el jefe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas. La situación “provoca sudores fríos a los líderes mundiales”, añadió el secretario General de la ONU, Antonio Guterres.

Por lo pronto, la temperatura media el año pasado ya estaba en +1,15 ºC respecto a la era preindustrial, muy cerca del límite ideal del 1,5 ºC fijado como punto central del histórico Acuerdo de París de 2015 (COP21), documento que hasta el momento ha marcado un camino con más sombras que luces en el combate contra el cambio climático.

La comunidad internacional hizo en septiembre último un primer balance de los compromisos de reducción de emisiones y de medidas de adaptación y mitigación ante el cambio climático, como pedía el Acuerdo de París, balance que arrojó serias advertencias sobre los fenómenos extremos, como sequías, lluvias torrenciales y el aumento del nivel del mar.

En esta COP28 se debe fijar un refuerzo de esos compromisos nacionales (NDC, por sus siglas en inglés), pero las diferencias son profundas entre los países desarrollados, los que más contribuyen el calentamiento global, y los países de menores recursos, que son los que más sufren las consecuencias.

Los observadores advierten que las decisiones en cada COP se deben tomar por consenso, situación que presagia una compleja y dura negociación que, sin embargo, podría tener un comienzo exitoso si se aprueba por unanimidad la creación y arquitectura del fondo de daños y pérdidas que reclaman desde hace años los países de ingresos medios y bajos.

Según el borrador del texto, el fondo estaría integrado a la estructura del Banco Mundial (BM), organismo multilateral de crédito que sería el encargado de recibir los fondos y distribuirlos, tema este último que es materia de discusión, al igual que el estatus de China, primer emisor mundial que se reivindica como una economía en desarrollo y por lo tanto no estaría obligado a aportar fondos.

No obstante, la luz de esperanza que despierta la posibilidad de que el fondo sea aprobado en la primera jornada de la COP28 palidece ante los nubarrones de las negociaciones, en especial por las posturas irreconciliables entre quienes impulsan una mención explícita en favor del abandono de los combustibles fósiles y los países productores, pero también por la posición de los países en desarrollo, que reivindican su derecho a usar sus reservas de petróleo y gas para desarrollar sus economías.

Por su parte, los climatólogos han advertido que para cumplir con el objetivo de una neutralidad cero de emisiones de aquí a mediados de siglo se debería reducir drásticamente, a un ritmo mucho más elevado, el uso del petróleo, el gas y el carbón.

Los negociadores llevan años discutiendo en el seno de la COP sobre si hay que hacer un llamado al "abandono total" de los combustibles fósiles o "gradual", debate que despierta suspicacias a raíz de la presidencia emiratí, que fue acusada esta semana por un consorcio de periodistas independientes de utilizar su posición privilegiada para cerrar acuerdos petroleros en las reuniones previas al inicio de la cumbre.

(Con información de AFP)

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