“Cuando juega Uruguay”, reza la canción, “juegan tres millones” (en referencia al tamaño de la población del país). Y algo de eso parece haber. Porque durante este primer partido de La Celeste en el Mundial de Qatar, contra Corea del Sur, UTE reportó una baja de la demanda de energía como sucede cada vez que las calles quedan vacías para mirar el juego.
Durante el primer tiempo, por ejemplo, la demanda cayó a 1.290 MW, cuando, un jueves cualquiera a esa misma hora se esperaría un consumo cercano a los 1.490 MW. La razón en sencilla: hay más televisores encendidos (un tipo de electrodoméstico cuyo gasto energético es moderado) y, al mismo tiempo, están en desuso los otros aparatos eléctricos: el calefón, el horno, las luces de las salas vacías.
Pero cuando el árbitro francés Clément Turpin anunció con su silbato el fin del primer tiempo y el comienzo del descanso, poco antes de las 11 de la mañana de Uruguay, de pronto la demanda de energía se disparó. Según la información de UTE a la que accedió El Observador, en el entretiempo creció el consumo 110 MW.
Pablo Vogel, gerente de Programación de la Operación en UTE, recordó que eso es un “clásico” y ya se había observado en otros partidos de Uruguay en Mundiales anteriores. Ocurre que en esos cerca de 15 minutos en que los jugadores rearman la estrategia en los vestuarios, los televidentes dejan la televisión encendida en sus casa, algunos prenden las radios para complementar los comentarios de los periodistas deportivos, otros aprovechan a darse un baño de agua caliente, bajan en ascensor para comprar algo o pasear al perro, y mucho enchufan la jarra eléctrica para calentar el agua para el mate.
Uruguay es el país de mayor consumo per cápita de mate, la tradicional bebida caliente a base de yerba. Pese a no contar con grandes extensiones de este cultivo para uso industrial, se estima que cada habitantes uruguayo adquiere unos 10 kilos de yerba al año.
Al tratarse de una bebida estimulante —por la cafeína o similares— suele tomarse con más asiduidad en la mañana, justo a la hora en que cayó el partido de Uruguay contra Corea del Sur (dado que hay seis horas de diferencia con la sede mundialista de Qatar).
En el segundo tiempo volvió a desplomarse la demanda y, como era de esperarse, con el pitazo final (tras más de siete minutos adicionales), la demanda de energía retomó su marcha habitual. Porque por los cables de cobre y los enchufes también vibra la euforia mundialista.
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