China pasa a una época de menor crecimiento.
Laura García

Laura García

Analista Financiera

Economía y Finanzas > Crisis en China

Adiós a las tasas chinas: cómo evitar la trampa de los ingresos medios

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10 de marzo de 2024 a las 07:21

Por un momento, la liquidación de Evergrande, el desarrollador inmobiliario que fue el símbolo de esta crisis, pareció crear la ilusión de que todo había terminado. O que sólo quedaban los últimos coletazos. Pero nada más errado. La crisis inmobiliaria está lejos de haber tocado fondo. 

Y sus efectos se siguen esparciendo en la economía como ramificaciones que se multiplican. El crecimiento es probablemente la variable donde resulta más palpable el cambio de esta nueva China. 

Logró una expansión del PBI del 5,2%, incluso algo por encima del objetivo que se había fijado.

Porque China hoy ya no busca el milagro económico de los dos dígitos sostenido por décadas. China ya está pensando en el nuevo modelo de economía.

El real estate, con mucha depuración por delante 

En 2023, la venta de casas cayó 6,5% pero sólo en diciembre, se derrumbó 17,1% en relación a un año atrás. En cuanto a los precios de las casas nuevas, diciembre marcó la caída más abrupta en casi nueve años.

El año pasado se vendieron 9,6 millones de departamentos, un mínimo desde 2012 y muy lejos del máximo que acarició la industria en el 2021 de casi 14 millones. 

Pero así como las compras se frenan y la demanda se esfuma, lo mismo ocurre con los nuevos emprendimientos. La inversión en proyectos en 2023 cayó 9,6% y las nuevas construcciones se desplomaron más del 20%. 

Se espera a su vez que para enero las ventas de los 100 mayores desarrolladores chinos se hayan reducido un tercio en relación al año pasado.

En diciembre, la venta de propiedades aún se ubicaba un 60% por debajo de los niveles pre-pandémicos del 2019 en 30 grandes ciudades.

La contribución de la industria del real estate al PBI chino cayó de poco más del 5% entre 2003-2007 a 0,4% entre 2018-2022. Y el aporte es negativo en 2022 y 2023. 

Aquellas viejas tasas chinas 

Quizás el indicador más inmediato y más impactante de esta nueva China es el crecimiento. 

En 1990 el PBI chino representaba el 7% de los bienes y servicios que produce en un año la economía de EE.UU. 

Para 2022, el tamaño de la economía china había alcanzado u$s 18,3 billones, multiplicando por 10 aquel 7% en poco más de tres décadas para representar el 73% del PBI de EE.UU, la primera economía mundial. 

Entre 1991 y 2011, China creció a una apabullante tasa promedio del 10,5% anual. De esas dos décadas, en 10 superó los dos dígitos y en la gran mayoría de los otros quedó por debajo apenas raspando. 

En este período, la máxima expansión de la economía fue de 14,2%, con la particularidad de que se registró en 1992 y se repitió idéntica en 2007. Hubo después otros años en los noventa que se acercaron mucho con tasas de 13,9% (1993) y 13% (1994).

Después de 2012, cuando Xi Jinping asumió la presidencia, la expansión se desaceleró, pero aún así promedió 6,7% en la década hasta el 2021. Claro que entonces con la irrupción de la pandemia, todo frenó en seco.

La economía china creció solo un 3% en 2022, aunque había logrado un rebote de 8,5% en 2021, la mayor tasa desde 2012, después del magro 2,1% de 2020 al comienzo de la pandemia. 

La política de Covid-cero asfixió la vida del país a tal punto que la gente terminó expresando su desesperación en unas históricas protestas que provocaron el final del confinamiento.

El avance del 3% del PBI de ese año quedó lejos del objetivo gubernamental de “alrededor del 5,5%”, que se fija durante la reunión anual del aparato legislativo. 

Pero los pronósticos decían que, levantadas las restricciones, China volvería a hacer del crecimiento su gran prioridad. No fue así. 

En 2023 la tasa de crecimiento fue de 5,2% (la menor desde 1990 con la excepción de los años de la pandemia) pero, lo que es más importante, estuvo en sintonía con el objetivo que se había fijado el régimen (5%). Esto es, no buscaban crecer más. 

Estamos acostumbrados a China como potencia que tracciona. En la última década y media, China fue el motor principal del crecimiento económico del mundo, aportando el 35% del avance del PIB nominal, mientras que EE.UU. contribuyó el 27%.

Pero según el FMI, este año su expansión será de 4,6% e irá disminuyendo gradualmente hasta 3,5% en 2028. En la sesión legislativa anual de marzo se fijó una nueva meta para 2024 del 5%.

El modelo que ya prepara la China post-burbuja

Hoy China piensa en seguir el modelo de Alemania o de Japón. Concentrarse cada vez en sectores de manufacturas con alta tecnología y con más valor agregado como la industria química, la producción automotriz, la energía limpia o los semiconductores en lugar de manufacturas intensivas en horas de trabajo.

Algunos analistas, como en el caso de BBVA Research, plantean incluso que el debate económico sobre China no pasa actualmente sobre una eventual “japonización” sino en la su capacidad de evitar caer en otra trampa, la llamada “middle-income trap”.

Países de ingresos medios -como es considerada China- que ya no pueden competir en el mercado global con bienes estandarizados e intensivos en mano de obra porque los salarios son relativamente muy altos pero tampoco pueden hacerlo en sectores de alto valor agregado a gran escala porque su productividad es relativamente baja. 

Según explica el FMI, es un fenómeno común en economías que vienen de un crecimiento muy rápido y vigoroso, que experimentan una suerte de estancamiento que les impide seguir la senda que tenían trazada. 

Arjen van Dijkhuizen, economista senior en China del ABN Amro, recuerda que en 2020 Beijing adoptó de modo informal la meta de duplicar su PBI para 2035, lo que requeriría una tasa de crecimiento promedio de 4,7% en 2021-2035.

Alcanzar ese objetivo también implicaría precisamente dejar atrás la trampa de los ingresos medios para alcanzar en pocos años el estatus de ingresos altos. 

“A primera vista parece completamente plausible -reflexiona-, dado que China venía creciendo a un promedio de 8,7% en 2002-2020. Pero la expansión del PBI se desaceleró significativamente desde 2010 y los desafíos en su sendero de crecimiento no dejan de aflorar”.

Casos cercanos como el de Corea del Sur y Japón prueban que sí es posible burlar esa trampa y dar el salto. Pero China, por ahora, tiene demasiados frentes que atender.

 

 

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