Australia reconoció este jueves que hay que tomar nuevas medidas para proteger la Gran Barrera de Coral de la contaminación, tras la publicación de un informe oficial sobre el mal estado del sitio clasificado como patrimonio mundial de la humanidad.
El mayor sistema coralino del mundo es víctima de la escorrentía agrícola, del desarrollo económico y de la proliferación de la estrella de mar "corona de espinas" (Acanthaster planci, según su nombre científico), que destruye los corales.
En los últimos meses, la Gran Barrera atravesó su peor episodio de blanqueamiento a causa del calentamiento global. Una gran parte del arrecife perdió sus colores y buen número de sus corales murieron.
Canberra asegura que está actuando para proteger este sitio emblemático, pero el informe anual gubernamental sobre la calidad del agua, de la flora marina y del coral le otorgó una nota de "D", que corresponde a una "pésima" calidad, por quinto año consecutivo.
Los sedimentos arrastrados por las aguas de 35 cuencas hidrográficas que recibe el sitio reducen la luminosidad, lo que afecta al ecosistema coralino y al de las hierbas marinas, afectando a su crecimiento y su capacidad de reproducción.
El sitio, de 345.000 kilómetros cuadrados, se salvó por poco de ser inscrito por la Unesco en su lista de sitios en peligro, y Canberra está llevando a cabo un plan de protección para los próximos 35 años.
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