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¿Cómo proteger al lince ibérico?

En la actualidad, el principal enemigo de este felino es el tránsito: desde 2002, 73 ejemplares murieron atropellados
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20 de junio de 2015 a las 05:00
El lince ibérico, el felino más amenazado del planeta, gana terreno en España después de haber rozado la desaparición. Sin embargo, el animal se enfrenta ahora a un enemigo inesperado: los automóviles. Esta es actualmente "la mayor amenaza" para la especie, asegura la ONG de protección de la naturaleza WWF.

El número de linces atropellados se disparó en los últimos años, pasando de dos en 2008 a 22 en 2014, un récord. Desde 2002, 73 de ellos murieron en las carreteras, según un recuento de WWF que denuncia la falta de acondicionamiento de las vías.

"Lo más indignante es que sabemos lo que hay que hacer. Es un problema que prodríamos eliminar en cuatro meses", se indigna Ramón Pérez de Ayala, responsable de la ONG. En su opinión, bastaría con poner barreras, desbrozar las cunetas y proteger los pasos naturales para permitir a los animales cruzar las carreteras. Unas obras cuyo costo sería de seis millones de euros.

Pero "con la excusa de la crisis no se están haciendo ni las labores de mantenimiento más básicas", denuncia.

El Ministerio de Fomento de España asegura, sin embargo, que "está colaborando en la lucha contra el atropello". A principios de junio, firmó un plan de acción con el Ministerio de Agricultura.

A la lacra de los atropellos se suma una enfermedad hemorrágica que afecta a los conejos salvajes, principal presa del lince ibérico. Juntas, podrían acabar con la posibilidad de que esta especie se quite rápidamente la etiqueta de "el felino más amenazado del planeta".

Con su pelo moteado y sus orejas puntiagudas coronadas por mechones de pelo negro, el lince ibérico es el único felino que figura en la lista roja de especies "en peligro crítico de extinción" de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), referencia en la materia, señala Catherine Numa, representante de ese organismo en España.

Si no sobrevive, este pequeño animal que pesa entre 10 y 14 kilos cuando es adulto, "sería el primer felino que se extingue desde el tigre de dientes de sable" hace 10 mil años, se alarma Pérez de Ayala.

Liberaciones

Un convoy oficial avanza por un camino bordeado de robles, típico de los montes de Toledo, en el centro de España. Adelantando a una manada de toros bravos, estaciona finalmente junto a un claro. Bajo la mirada atenta de los servicios de seguridad, desciende del vehículo la reina emérita Sofía, rodeada de autoridades regionales.

Las dos heroínas del día son Lava y Lila: estas dos linces ibéricas de un año de edad, protegidas de la agitación mediática por las mantas que cubren sus jaulas, esperan descubrir la libertad.
"Para nosotros la liberación de cada uno de los animales es muy emocionante, ya que es la culminación y la recompensa de todo el trabajo", explica Francisco Villaespesa Sánchez, director del centro de cría El Acebuche, donde nació Lava en abril de 2014.

Su madre formaba parte de la primera camada de linces nacidos en cautiverio en España, en 2005, en el marco del programa Life+Iberlince lanzado urgentemente a principios de los años 2000 para atajar la extinción del pequeño felino.

Ante las cámaras, la reina avanza hacia la jaula y libera al primer animal. Tras un momento de duda, el felino corre hacia el bosque, con su collar GPS al cuello.

El costo de proteger

"Aquí, a mediados de 80´ ya el lince, si había alguno, era muy escaso", explica Carlos Serrano, responsable de la protección de la especie en Castilla La Mancha.

En 2002, había menos de cien ejemplares en toda la península ibérica, frente a 100 mil a principios del siglo XX, según WWF. Morían víctimas ya de los vehículos pero también de la caza, la reducción de su hábitat y el número menguante de conejos salvajes.

Con cuatro centros de cría en España y uno en Portugal, el programa Life+Iberlince, financiado en gran parte por la UE, agrupa los esfuerzos de autoridades públicas, organizaciones ecologistas y asociaciones de cazadores. Su tramo más reciente (2011-2016) tiene un presupuesto de 34 millones de euros.

Vigiladas por webcams y alejadas de los hombres, las crías nacidas en cautiverio aprenden a cazar, explica Villaespesa Sánchez, el director del centro de cría.

En función de su habilidad, son considerados aptos o no para vivir en estado salvaje. Los que no son puestos en libertad se destinan a la reproducción.

Los esfuerzos para salvar la especie empiezan a dar frutos: en menos de 10 años, el número de linces en libertad se triplicó, pasando a más de 300 en 2011, principalmente en Andalucía (sur), Extremadura (suroeste), Castilla La-Mancha (centro) y Portugal, según WWF.

Queda por solucionar el problema de los atropellos. "Llevar a una especie al borde de la extinción por la acción humana es fácil", subraya Miguel Simón, coordinador de Life+Iberlince. "Recuperarla después es muy complicado y costosísimo".

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