Cuando se envía un correo electrónico, la pequeña colección de bits que contiene el mensaje viaja desde un servidor local a un cable de fibra óptica de alta velocidad que lo llevará bajo tierra o bajo el océano hasta la casilla de su destinatario. El 90% de las comunicaciones internacionales por internet se transmite hoy por medio de
cables submarinos. Los satélites, en cambio, intervienen en las comunidades rurales y en las áreas más remotas de la Tierra. La independencia de los cables, entonces, no se aplica bajo la superficie.
El principal componente de un cable submarino es la fibra óptica, compuesta por cuarzo puro y una mezcla de dióxido de silicio, aditivos y materiales plásticos en forma de capas concéntricas. Mide aproximadamente el grosor de tres mangueras de jardín.
¿Cómo es por dentro? En el canal de YouTube What's Inside? cortaron uno de los cables submarinos utilizados por
Google para ver lo que hay en su interior.
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Cada cable debe proteger a los pequeños hilos de fibra óptica. El orden de los elementos que los cubren es el siguiente: polietileno, cinta de tereftalato de polietileno (material de alta resistencia a la tracción y de buen aislamiento eléctrico), cables trenzados de acero, aluminio, policarbonato, tubo de aluminio o cobre y un protector para el agua compuesto de vaselina. Dentro de todo esto están los hilos de fibra óptica. La cantidad depende del cable. Por ejemplo, el que Uruguay comenzó a construir con Google tiene seis pares de fibra que ofrecerán una capacidad máxima de 90 terabytes por segundo.
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La mayor parte del espacio lo ocupan los cables trenzados de acero con los que se protege el interior de cualquier golpe de anclas de cruceros y redes de pesca de arrastre o de mordiscos, por ejemplo, de tiburones. Pero cerca del centro hay una segunda capa de acero más pequeña que la anterior.
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El cable en sí no necesita corriente, pero cada 80 kilómetros se instalan pequeñas cápsulas con amplificadores que se encargan de reforzar la señal óptica del cable. Esos amplificadores necesitan
electricidad para funcionar y esa corriente les llega por el tubo de cobre. Gracias a toda esta protección, la tasa de fallas de los cables submarinos es baja. En promedio, en el océano Atlántico se realizan 50 reparaciones anuales.