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Volar daña seriamente al medio ambiente

Las emisiones producidas por las aeronaves se han incrementado, pero hay expertos que creen que es posible reducir esos efectos
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17 de agosto de 2015 a las 11:01

El avión es un medio de transporte que sigue ganando popularidad, ya sea para distancias cortas o largas y para viajes de negocios o de placer. Si esta tendencia continúa, expertos predicen que el tráfico aéreo se duplicará en las siguientes dos décadas. El resultado: una intensificación del efecto invernadero.

Esto, debido a que el sector de la aviación es responsable de cerca del 2,5% de las emisiones de CO2 a nivel mundial. Las emisiones que son causadas por los aviones son aún más dañinas, debido a que además de dióxido de carbono incluyen óxido de nitrógeno, azufre, humo y vapor de agua. A su vez, el óxido de nitrógeno forma ozono troposférico, que es especialmente perjudicial para el medio ambiente.

La Agencia Federal del Medio Ambiente en Alemania (UBA) asegura que los impactos climáticos del tráfico aéreo son de dos a cinco veces más grandes que las meras emisiones de CO2, responsabilizando al sector aerocomercial del 5% del efecto invernadero global.

Tren en lugar de avión

En relación al medio ambiente, contamina más el uso de aeronaves que otros medios de transporte. Según cálculos de la UBA, las emisiones de un avión son, en promedio, de unos 196 gramos de CO2 por persona y kilómetro volado, mientras que las emisiones de un tren, según la Deutsche Bahn, son de un promedio de 11 gramos de CO2 por persona y por kilómetro. Es decir, el tren es un medio de transporte 18 veces menos contaminante.

Falta de conciencia

Generalmente, los viajeros no están conscientes del impacto causado por los vuelos. No hay información acerca del efecto en el medio ambiente ni durante la reserva del vuelo, ni en el aeropuerto ni durante el vuelo. Sin embargo, existen varios sitios en internet, como Atmosfair, que calculan la huella de carbono causada por un vuelo. Atmosfair toma en cuenta aspectos como el tipo de aeronave, la ruta y los descubrimientos científicos más recientes para hacer el cálculo.

Por ejemplo, Atmosfair estima que un vuelo de un Boeing 747 de Berlín a Nueva York produce 6.530 kilos de CO2. Debido a que el vuelo se realiza principalmente a gran altura y sobre el mar, los efectos climáticos son particularmente altos. El viaje da como resultado un total de 507 gramos de CO2 por persona y kilómetro.

La Agencia Federal del Medio Ambiente sugiere evitar los viajes en avión para proteger al medio ambiente. Para recorridos de distancia media, la UBA sugiere el uso de autobús o de tren. Si el avión es inevitable, la UBA sugiere que la ruta de vuelo elegida sea la más corta y con el menor número de escalas posible, ya que el despegue y aterrizaje crea aún más emisiones, además de contaminación acústica.

Impuesto contra el efecto invernadero

La industria aérea está exenta en gran parte de impuestos en ventas y combustible. En Alemania, las compañías aéreas reciben un subsidio de más de diez millones de euros al año, según la Agencia Federal del Medio Ambiente. Los expertos piden la eliminación de dichos subsidios y la implementación de un impuesto a las compañías aéreas para contrarrestar los costos ambientales causados por el tráfico aéreo.

Una amplia coalición de organizaciones no gubernamentales en Alemania propone un impuesto especial al transporte aéreo para promover la protección del medio ambiente. Las aerolíneas deberán de pagar a partir de 2020 una cantidad de 10 euros por cada tonelada de CO2. En 2030, la cantidad incrementará a 80 euros por tonelada, incluyendo los impactos climáticos causados por la formación de ozono troposférico y estelas de condensación. "Mediante la integración de estos efectos 'no-CO2', las aerolíneas se verían forzadas a actuar. Podrían cambiar las altitudes de vuelo al igual que las rutas para que el daño sea mínimo", explica Werner Reh de la Asociación para el Medio Ambiente y Conservación de la Naturaleza en Alemania (BUND).

Originalmente, la Unión Europea planeaba que a partir de 2012 las compañías aéreas pagaran un impuesto climático en vuelos hacia y desde Europa. Sin embargo, el intento fracasó debido a la oposición de Rusia, China y los Estados Unidos.

Vía DW

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