Hubo un tiempo en el que, mientras los Nintendos y Ataris todavía dominaban el mercado local, los juegos de PC florecían con juegos vinculados al puzzle, a la resolución de dilemas o a la aventura conversacional con guión, personajes y distintas interacciones. Eran los tiempos en los que George Lucas, el hombre que inventó
La guerra de las galaxias, también facturaba con videojuegos como
The curse of Monkey Island o
Indiana Jones and the fate of Atlantis, que se convirtieron en las primeras películas interactivas de la historia, juegos que demandaban varios disquetes y horas de pensar, preguntar, combinar y probar hasta que todo funcionaba.
Con el tiempo, a mediados de los años 1990, el género creció a proporciones que iban de los cinco a 10 juegos lanzados por mes, tendencia que se extendió durante toda esa década.
En ese apogeo, apareció una microtendencia narrativa que llevó las historias a mundos distópicos y escenarios apocalípticos, que solían estar bajo regímenes totalitarios y con libertades limitadas. En tiempos en los que la ciencia ficción y el misterio rendían tributo a las viejas glorias, juegos como
Beneath a steel sky profundizaban la línea de películas del estilo de
Blade runner. El género, llamado en inglés
point and click por su interacción con el mouse, se basa en mover al personaje cliqueando sobre la pantalla con un puntero para moverlo por los escenarios y activando su accionar con opciones como “tomar”, “tirar”, “empujar”, “hablar” y “usar”, entre otras.
El recién lanzado
Gemini Rue es la confirmación de que en los años de ostracismo del género, sus desarrolladores han continuado el trabajo. Ya sin empresa (porque los estudios gigantes cerraron), los realizadores han ido buscando nuevas plataformas de financiación como Kickstarter y el movimiento de usuarios que extraña al formato ha respondido económicamente para revivirlos.
Por eso no es casualidad que entren a surgir juegos de aventura como
Gemini Rue,
disponible para iPad (US$ 4,99)
y PC (US$ 9,99). En este caso, la acción se centra en un deprimente y oscuro mundo futurista. En concreto, todo comienza en los suburbios de una ciudad que recuerda y mucho a Nueva York. En ella, el detective Azriel Odin busca a su hermano en una época de viajes interplanetarios. Al poco rato de tomar varias determinaciones, el jugador pasa a manejar a un personaje llamado Delta Six, que solo sabe que está en una instalación de máxima seguridad y que le borraron la memoria como castigo por querer escapar. De ahí en más, el juego permitirá utilizar uno u otro personaje y la novela se dividirá en dos puzzles que deberían unirse al final.
El guión y la extensa batería de misterios que se van activando conforme el jugador va resolviendo problemas es lo que hace de
Gemini Run un juego que despierta tanta nostalgia para quien conoce el género. El estilo de los gráficos (que a juzgar por las bondades del iPad, podría señalarse como
vintage) evoca la densidad de aquellos juegos y tiene además un especial pulso para encaminar los diálogos que se van sucediendo en la historia. No por nada es que, a pesar de que vale un poco más que cualquier
Angry birds de turno (disponibles en general a US$ 0,99), desde su lanzamiento en abril es uno de los juegos más destacados por la App Store de Apple. Y no está nada mal para comprobar el renacimiento de uno de los géneros de videojuegos más interesantes que han surgido a lo largo de la historia.