En este momento, unas 2.000 personas se encuentran anotadas para que su cuerpo sea congelado una vez que mueran. A su vez, los cuerpos y/o cabezas de cerca de 250 personas permanecen guaradas a -190º C en algún lugar de Estados Unidos o Rusia.
Se trata de científicos y otros mortales que creen en una “segunda vida” gracias a la criogénesis, es decir, la preservación de cuerpos humanos en nitrógeno líquido, a bajísimas temperaturas. Aunque en la actualidad la ciencia está bastante lejos de cumplir la meta, hay quienes son optimistas al respecto. Otros, creen que al menos vale la pena intentarlo y albergan esperanzas.
En ambos casos, confían en una tecnología que todavía no existe, pero que seguramente involucre nanotecnología y biología sintética, según recoge la
revista Wired.
Retratos de una obsesión
Fue en 2006 que el
fotógrafo inglés Murray Ballard se embarcó en el proyecto
The prospect of immortality (“Las perspectivas de la inmortalidad”), gracias al cual conoció científicos, laboratorios y pacientes que experimentan la criogénesis.
Los neuro-pacientes no quieren volver a la vida en el mismo viejo cuerpo en el que murieron. En su lugar, quieren que los provean de uno nuevo. Solo les preocupa conservar el cerebro, el cual, creen, retendrá su memoria e identidad”, contó el fotógrafo Murray Ballard
Según dijo Ballard a Wired, esta no es una industria grande, ni la ciencia ha avanzado demasiado en los 6 años que lleva trabajando en este proyecto.
Los lugares que abrieron sus puertas al fotógrafo fueron la fundación
Alcor Life Extension, el
Cryonics Institute, la
Suspended Animation,los tres en Estados Unidos, y el
KrioRus, en Rusia.
Según relató a Wired Ballard, en estos seis años se ha encontrado con cuerpos congelados pero también cabezas sin el resto, ya que estas necesitan menos espacio y son más baratas de almacenar. Sin embargo, esto tiene una razón más poderosa que la económica: “Los neuro-pacientes no quieren volver a la vida en el mismo viejo cuerpo en el que murieron. En su lugar, quieren que los provean de uno nuevo. Solo les preocupa conservar el cerebro, el cual, creen, retendrá su memoria e identidad”.
Ballard cree que la naturaleza algo morbosa de su proyecto le ha valido su popularidad, al tiempo que ha consolidado el plan para presentar un libro al respecto, que espera publicar en 2013.