El afloramiento en Quebracho, en el departamento de Paysandú
El estudiante Guillermo Roland, el antropólogo Nicolás Batalla, la ayudante de paleontología Fernanda Cabrera y el estudiante Felipe Montenegro. Juntos participaron de la recolección de muestras en 2010, dentro de las que se incluyen fósiles de la nueva especie
La bióloga Fernanda Cabrera y Felipe Montenegro, estudiante de paleontología
El fósil de Bahiensispriscus, un caracol pequeño en tamaño que posee una espira alargada

Ciencia > afloramiento

Una nueva vieja especie en Uruguay

Paleontólogos de la Universidad de la República descubrieron el fósil de una especie de caracol no registrada. Es la más antigua de su familia
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20 de julio de 2012 a las 06:00


Un único diente en la abertura fue la señal: era una muestra fósil de Bahiensispriscus, una especie que no estaba registrada en Uruguay hasta el momento. Se trata de un caracol que, se estima, data de unos 55 a 58 millones de años. Esta edad lo convierte en el más antiguo de la familia de los Odontostomideae, a la cual pertenece.

Fueron los uruguayos Fernanda Cabrera y Sergio Martínez quienes encontraron el fósil, en la formación Queguay, que aflora sobre todo en el departamento de Paysandú.

En 2007, el profesor grado 4 de Paleontología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de la República, encontró un caracol de este tipo, que nadie había descrito todavía. Cinco años después, Cabrera, quien trabaja en su tesis de maestría al respecto, encontró por fin una muestra fósil entera que confirmó la existencia de esta especie.

La semana pasada, lo describieron por primera vez en un artículo publicado en la revista alemana especializada en paleontología Paläontologische Zeitschrift.

La más vieja


La especie de caracol Bahiensispriscus, ya extinto, pertenece al género Bahiensis y a la familia Odontostomidae, que sobrevive en forma de fósil en países de la región como Argentina, Paraguay y Brasil.

Cabrera explicó que, en zoología, el género abarca varias especies, por lo que este las trasciende aunque alguna de ellas dejen de existir. Como se encuentra en zonas tropicales, este género no está presente en Uruguay.
Esta formación es de entre 45 y 50 millones de años, mientras que el que encontramos tiene un poquito más, entre 55 y 58 millones”, dijo Cabrera

Antes del descubrimiento, eran otros los fósiles que ostentaban el título de más antiguos dentro de esta familia. Se encuentran en la formación Sarmiento en Argentina y corresponden a mediados del Paleoceno. “Esta formación es de entre 45 y 50 millones de años, mientras que el que encontramos tiene un poquito más”, dijo Cabrera.

Un solo diente


El fósil pertence a un caracol pequeño en tamaño que posee una espira alargada. Lo más característico es el único diente que presenta en la abertura, una rareza dentro de esta familia. Esto lo diferencia de otros caracoles, que tienen “como proyecciones” en el lugar por donde sale el animal, explicó Cabrera, quien además es licenciada en biología.

No obstante, el récord de “más viejo”, como se congratula en el artículo de la revista alemana, podría ser compartido con otros fósiles de origen brasileño. Es que recientemente le avisaron a Cabrera que en la formación complementaria a la de Queguay, en Río de Janeiro, se encontraron fósiles de la misma familia, que coinciden en edad.

“En este trabajo puse que era el más antiguo, pero los de ellos serían contemporáneos”, aclaró la bióloga. Explicó que suele suceder que, especies que se cree son endémicas de Uruguay, resultan tener pares iguales en esos yacimientos de Brasil.

Por eso, Cabrera planea el próximo paso: visitar a los parientes brasileños.




Una carrera a contra reloj


El hallazgo tuvo lugar en una cantera cerca de la localidad de Quebracho, en el departamento de Paysandú, de donde se extraen rocas para reparar caminos. Cuando la máquina rompe la roca, los paleontólogos aprovechan para sacar todo el material que les sea posible. Y el que no logren agarrar, “quedará tapizando alguna calle”, dijo Fernanda Cabrera.

Esta interacción entre la paleontología y las obras viales “sirve y no sirve”, opinó la bióloga, que trabaja en el yacimiento. Por un lado, es útil porque de otro modo no podrían romper la roca. No obstante, por otro lado, no es positivo porque “se están perdiendo fósiles en los caminos”.

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