La mayor bola de fuego desde la explosión de Chelyabinsk (Rusia) cayó el 6 de febrero en el Océano Atlántico, a 1.000 kilómetros de la costa brasilera, liberando una energía de 13.000 toneladas de TNT, es decir, una cantidad similar a la primera bomba atómica.
La NASA lo registró en su lista de bolas de fuego o bolides (meteoros extremadamente brillantes). Por la magnitud de la explosión, la roca que entró a la atmósfera debía tener de 5 a 7 metros de diámetro, según la estimación publicada por el experto Phil Plait en el blog Bad Astronomy.
"¡No entren en pánico! En lo que respecta a impactos, éste fue bastante pequeño, después de todo no nos enteramos hasta semanas después de haber ocurrido", escribió.
Para Plait, si hubiese ocurrido sobre una zona poblada, probablemente hubiera roto algunas ventanas, aterrado a mucha gente, "pero no hubiese provocado daños considerables", consignó la BBC.
A modo de comparación, la explosión ocurrida en Chelyabinsk en febrero de 2013 fue lo suficientemente fuerte como para romper ventanas y dañar a más de mil personas. La energía que liberó fue de 50.000 toneladas de TNT, 40 veces la energía del impacto reciente.
Los registros indican que cerca de 30 de estos fenómenos penetran la atmósfera terrestre cada año y se van desintegrando antes de llegar a la Tierra.
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