Desde mediados de la década del 2000, internet comenzó a cambiar el modo en que las
personas consumían música. No fue tanto
iTunes o el servicio Spotify como los sitios de descarga de archivos compartidos que tenían sus puertas de entrada en blogs que ofrecían de primera mano, gratis y en pocos minutos, ese disco que uno tenía que esperar por meses para que llegara a la tienda local o encargar a algún amigo en otro país.
Así, los hábitos de adquisición de música se fueron difuminando y el espacio para encontrar música rock o pop se amplió a niveles inimaginables. Hoy las
discográficas no controlan tanto qué se escucha y qué no, porque el espacio de la producción va mucho más allá de eso.
En paralelo, con la sobreabundancia de bandas, blogs y cuentas de Facebook se volvió a una cultura mucho más de canción que de disco y mucho más de use y tire que de relaciones a largo plazo entre banda y oyente. Dicho comportamiento también es visible en los festivales musicales internacionales. Prueba de esto es que hace pocos días en el programa de televisión del comediante Jimmy Kimmel aparecían asistentes a un festival hablando con propiedad de bandas que no existen, tras ser consultados por un notero cargado de nombres falsos.
En ese entorno de consumo aparece la tableta y sus
apps para bajar música. Sin embargo, pocas aplicaciones como
Aweditorium, disponible gratis para
iPad solo en inglés, explican tan bien por sí solas la época actual y las posibilidades del formato táctil de este dispositivo.
Presentado como un mapa de cuadros (uno para cada banda y canción) el usuario comienza por donde quiere. A partir de ahí, empieza a sonar un tema, con una espectacular foto del artista o banda desplegada, mientras muestra la letra, críticas y datos sobre la historia del grupo y la canción al estilo de aquellos viejos videos que pasaba el canal I-Sat.
Cuando al usuario le gusta una canción de
Aweditorium, donde predominan bandas de la fértil escena emergente estadounidense, puede compartirla en redes sociales o guardarla en una lista de canciones. Si no, puede seguir navegando, moviéndose hacia arriba, abajo o a los costados, a lo largo del enorme mapa de artistas que también muestra hacia dónde se están moviendo otros usuarios.
Videos de alta definición, entrevistas con los artistas y una espectacular fotografía como portada son los puntos que hacen que, por efímero que parezca, uno se relacione rápidamente con la aplicación. Solo falta tener tiempo para entregarse un buen rato a encontrar y seleccionar música casi desconocida.
En épocas en las que cada vez parece más difícil que una persona quiera generarse el tiempo para detenerse a conocer, sorprenderse, reflexionar e integrar experiencias musicales a su cotidianeidad, aparece
Aweditorium, que ofrece todas las condiciones para hacerlo. Es una extraña circunstancia ya que, en este caso, no se puede culpar de la pereza a las nuevas tecnologías.