Este lunes, un asteroide de 34 metros de diámetro pasó extremadamente cerca de la Tierra.
El meteorito 2017 AG13 se movió a una distancia aproximada de la Tierra de la mitad de la órbita en la que se mueve la Luna.
De haber chocado con nuestro planeta, el impacto habría liberado una energía de 700 kilotones (la bomba atómica de Nagasaki fue de 20 kilotones). El hecho de que el cuerpo celeste no fuera avistado hasta el sábado hace pensar en los posibles riesgos a los que la Tierra se encuentra expuesta y que no está preparada para combatir.
Sin embargo, según la NASA, este asteroide puntual habría explotado antes de llegar a la superficie terrestre y no se hubiera sentido más que una onda expansiva bastante notable.
La Universidad de Purdue en Indiana, Estados Unidos, calcula que se produce uno de estos impactos cada 150 años. El último se registró en Rusia en 2013, causando daños en la infraestructura. Más de mil personas resultaron heridas por vidrios rotos y otros materiales.
Aunque los Objetos Cercanos a la Tierra (NEO por sus siglas en inglés) son frecuentes, según un documento publicado por la Casa Blanca sobre las estrategias de preparación ante estos fenómenos, las posibilidades de un impacto "potencialmente peligroso" en los próximos 100 años son de apenas un 0,01%.
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