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Tecnología para llevar siempre contigo

La tendencia indica que los dispositivos ya no habitarán en el bolsillo, sino que serán casi prendas de indumentaria. Pero mientras las grandes compañías y startups buscan llegar primeras al mercado de la tecnología portable, cabe preguntarse: ¿por qué los usuarios querrían usarla?
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24 de agosto de 2013 a las 05:00
Cuántas veces, antes de salir de casa, te preguntaste si habías agarrado el celular? ¿O, en medio del apuro hacia la puerta, palpaste la cartera o la mochila para comprobar que la tableta estuviera allí? Dentro de unos pocos años, ya no te preguntarás lo mismo. Y no será porque dejarás de olvidar las cosas o de salir con poco tiempo, sino porque para ese entonces los dispositivos no se llevarán: se vestirán.

Así lo vaticina el presente de la tecnología portable o wearable technology. La expresión inglesa designa mejor la tendencia, ya que extrapola el verbo vestir (wear) al ámbito de la tecnología. Es decir, describe los gadgets que se usan como si fuesen una prenda de indumentaria más, como una remera, un vestido o incluso un par de zapatos o lentes (ver ilustración).

Sin buscar convertir al usuario en un cyborg (un híbrido entre robot y humano), esta tecnología pretende que el dispositivo sea una extensión del cuerpo, para llevar siempre consigo.

Los lentes inteligentes de Google, los Glass, abrieron la puerta a un universo de posibilidades. Ahora, desde pequeñas startups hasta gigantes tecnológicos compiten para llegar al primer puesto, peleando por qué parte del cuerpo conquistar primero. Por ejemplo, hoy tiene lugar una verdadera batalla por la muñeca del usuario con Apple, Samsung y Microsoft trabajando en sus respectivos relojes de pulsera inteligentes.
Sin darnos cuenta, vamos a usar esta tecnología en el día a día”, aseguró el vicepresidente de Innovación de Globant, Pablo Brenner

Pero mientras despega la era del internet de las cosas, no solo lentes y relojes conectados a la red serán un accesorio de moda, con beneficios que exceden el de adornar. Son pulseras y bandas que monitorean la actividad física del usuario, son championes con sensores que captan el movimiento y la distancia recorrida por quien los usa, anillos que miden el ritmo cardíaco y hasta cámaras filmadoras que se sujetan a la cabeza como un tercer ojo.

Según el vicepresidente de Innovación de Globant en Uruguay, Pablo Brenner, la tecnología portable es una tendencia que llegó para quedarse. Y, aunque recién se encuentra en sus inicios, pronostica que solo faltan unos cinco años para que se instale como algo cotidiano: “Sin darnos cuenta, vamos a usar esta tecnología en el día a día”.

Para Brenner, el escenario de desconfianza hacia la tendencia de tecnología portable es repetido, pues algo muy similar sucedió con la aparición del celular en la década de 1980. En ese entonces nadie creía necesitar este dispositivo móvil (incluyéndose, confesó). Ahora, pocos conciben la vida sin él.

Lo mismo sucederá en poco tiempo con la tecnología para vestir, opinó el empresario, para quien dispositivos “más chicos, más potentes y más baratos” han hecho posible este nuevo giro en la historia de la tecnología.

Para el emprendedor, Uruguay no tardará en experimentar de cerca esta revolución naciente. “El mundo de la tecnología se achicó”, dijo y aseguró que es “cuestión de meses” para que los cambios desembarquen en este lado del mundo.

Bello y necesario


Pero, en medio del entusiasmo por crear la tecnología para vestir que revolucione la vida del usuario, una pregunta parece quedar relegada: ¿por qué la gente querría usarla? Y, aunque la quisiera, ¿la luciría en público?

Para el diseñador industrial Maximiliano Izzi, quien dicta la materia Ergonomía en la Facultad de Comunicación y Diseño de la Universidad ORT, este tipo de tecnología no se vuelve masiva porque sí. En principio, deben darse tres condiciones: que sea accesible económicamente, que dé un beneficio al usuario y que sea usable. Para eso, la tecnología debe responder a una necesidad, incluso si el usuario todavía no la siente como tal. Es lo que pasó con el iPad, que Apple lanzó en 2010, comparó Izzi.

“Las personas van a adoptar una tecnología siempre que esta les sea conveniente”, resumió el diseñador, y contó que, aunque en Uruguay la wearable technology no existe como asignatura, se contempla el área al pensar en la interactividad del usuario con la máquina.
Las personas van a adoptar una tecnología siempre que esta les sea conveniente”, resumió el diseñador industrial Maximiliano Izzi

Más allá de esto, en el caso de los dispositivos portables hay un aspecto que cobra el mismo peso (a veces más) que la funcionalidad y el precio: la estética.

Para Jennifer Darmour, diseñadora estadounidense especializada en tecnología portable, la primera clave para crear un dispositivo pensado para ser vestido es “hacerlo hermoso”. “Cuando empezás a usar un producto en tu cuerpo, este se vuelve parte de tu identidad y un modo de expresión personal”, escribió la diseñadora en la revista Fast Company.

Y aun esto no basta. Hay que dotar a esta tecnología de significado, dijo la diseñadora y ejemplificó preguntándose para qué servirían las cada vez más populares bandas que monitorean la actividad del usuario si no emplearan esos datos para ayudarlo a mejorar su estilo de vida.

Por qué sí


Al final, quedará otra cuestión: ¿por qué alguien debería comprar algo que, en definitiva, el smartphone ya puede hacer? De los diseñadores y fabricantes dependerá dar a los usuarios una buena respuesta. El día que eso suceda, se estará más cerca de la masificación de esta tecnología, que recién se encuentra en la “etapa 1.0”.

Respecto a si este es el momento oportuno o no, Brenner aseguró que “nunca estamos preparados”. Por lo pronto, sabemos que esta nueva forma de usar la tecnología cambiará nuestras vidas, pero no de qué manera y con qué efectos. Lo que sí es seguro, añadió el empresario, es que en breve esta tecnología nos hará preguntarnos lo mismo que nos cuestionamos con el celular hace tres décadas: “¿Cómo vivíamos antes de ella?”.

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Apocalípticos e integrados


Según el diseñador industrial uruguayo Maximiliano Izzi, productos como los Glass serán aceptados por las masas solo cuando derriben algunas barreras. En un principio, un puñado de vanguardistas querrán adoptar la tecnología portable y se animarán a usarla en público (algo que ya está sucediendo con los lentes inteligentes de Google), pero el usuario común necesitará un empujón para atreverse o interesarse. Una de las posibilidades es que Google se asocie con una marca de lentes que ya esté posicionada, sugirió Izzi, lo que le permitiría llegar al público general.

Pero, a pesar de las especulaciones que crecen alrededor de la tecnología portable (en particular, el temor a perder privacidad), una cantidad impensada de personas está vistiendo dispositivos en este momento. Según un estudio de la Universidad de Londres recogido por la revista The Atlantic, en Inglaterra son 8 millones de personas las que ya lo hacen (aunque esta cifra incluye, por ejemplo, los marcapasos). Pero “la tecnología es un campo emocional minado”, dice el artículo, que explica que el usuario se debate entre el control que ejercen estos avances sobre él y cómo este puede manejarlos.

Si bien la wearable technology podría tener aplicaciones tan útiles como sensores para detectar desniveles, recordatorios para tomar medicamentos y hasta repeticiones en video para ayudar a recordar momentos vividos, hay quienes pretenden usar esta tecnología para defenderse de... la tecnología.

Es el caso de Adam Harvey, un estudiante de la Escuela de Artes Visuales de Nueva York que trabaja en una línea de indumentaria llamada Ropa Sigilosa. Esta emplea telas inteligentes capaces de bloquear señales y evitar las cámaras, incluyendo la imagen de calor para evitar ser visto por los drones.

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