Más de una década atrás, la idea del arquitecto francés Jacques Rougerie parecía mera ficción. Hoy, la nave llamada
SeaOrbiter sigue pareciendo irreal, pero dejará de serlo en breve.
La construcción, mitad submarino, mitad vehículo de investigación, con otro tanto de laboratorio ambulante, acaba de completar la fase de diseño industrial y se programa el comienzo de la obra para octubre.
El director de educación y medios del proyecto, Ariel Fuchs, dijo a CNN que todos los problemas técnicos ya se encuentran resueltos y que el modelaje está terminado.
Si bien el concepto nació hace 12 años, desde hace solo dos se trata de un proyecto real institucional y financiero, aseguró Fuchs. Se estima que el costo total ascenderá a los US$ 43 millones.
Bajo agua
El SeaOrbiter medirá 58 metros de alto, pero casi la mitad de la embarcación estará sumergida en el agua. De esta forma, permite un estudio submarino constante, explicó el director del proyecto: “Está diseñado para explorar el océano de una manera diferente, principalmente pasando tiempo debajo del mar, dándole a la gente la oportunidad de vivir bajo el agua por mucho tiempo para observar y llevar a cabo misiones de investigación, como biología marina, oceanografía y temas relacionados con el clima”.
El princupal objetivo educativo es explicar qué tan importantes son los océanos para el balance del planeta”
No es de extrañar, entonces, que la comunidad científica sea uno de los primeros usuarios del SeaOrbiter.
“El princupal objetivo educativo es explicar qué tan importantes son los océanos para el balance del planeta”, dijo Fuchs. Y el SeaOrbiter en sí mismo está pensado para colaborar con ese balance, ya que funcionará principalmente con energías renovables, como la del Sol, el viento y las olas.
Aunque la nave está diseñada para dejarse llevar por las corrientes oceánicas, cuenta con un soporte vial y de propulsión que evitará que choque con otras embarcaciones y que pueda sobrellevar las tormentas.
El otro Jacques
El arquitecto Rougerie se inspiró en exploradores del mar como Jacques Cousteau y en Tektite, el laboratorio de cápsula submarina experimental empleado por la oceanógrafa Sylvia Earle en 1969, quien también forma parte de este proyecto.
Una vez construida, se planea que la embarcación se dirija a Mónaco, donde Cousteau comenzó sus misiones.