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Ring Ring: hágalo usted mismo

Los teléfonos modulares parecen ser la solución a muchos problemas, pero hasta ahora no han logrado imponerse; ¿cómo son los celulares que construye el usuario?
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29 de octubre de 2016 a las 05:00
La tecnología nos pisa los talones todo el tiempo. Con los celulares esto es especialmente evidente: un año usted decide desembolsar una buena suma de dinero por un celular que un año después habrá quedado obsoleto, al menos para los fabricantes.

A veces la obsolescencia solo se hace evidente si se siguen las campañas de marketing orientadas a que el usuario siempre adquiera lo último. Pero hay ocasiones en que es real, y ese celular que se llevó una buena parte de sus ingresos comienza a funcionar con lentitud, las fotos que toma no están al nivel que desea o simplemente se tienta con otros dispositivos. Ante esto, empresas como Google se preguntaaron por qué cambiar el celular por completo cuando se podría reemplazar la pieza que quedó desactualizada. Así aparecieron los teléfonos modulares.

Estos pueden presentarse de mil maneras distintas, pero Project Ara, una iniciativa independiente adquirida por el gigante de las búsquedas, fue concebido como algo parecido a un celular hecho de piezas de Lego: se trata de una placa que ya tiene todas las funciones básicas de un smartphone, pero que además incluye seis espacios en los que el usuario puede colocar piezas, o módulos, para personalizar el móvil a su gusto. Cámaras, parlantes, memoria, procesadores, pantallas, antenas de wifi o Bluetooth, brújulas, cámaras de visión nocturna, termómetros y un largo etcétera. Hasta se pueden cambiar las piezas por las mismas pero de otros colores o con diseños personalizadas. Las posibilidades son infinitas.

No tan cercanos

Las ventajas de los teléfonos modulares son obvias desde el punto de vista funcional. Salvo que se busque una pieza demasiado específica, los módulos para actualizar el smartphone pocas veces serían más caros que un smartphone nuevo y completo.

Si una pieza interna, o algo tan simple como la pantalla, se rompe, no sería necesario luchar por la cobertura de la garantía o correr a la búsqueda de técnicos, además de pagar una buena porción del aparato completo por la reparación de una de sus partes. ¿No sería cómodo que el usuario pudiera quitar la pieza de la pantalla, como quien extrae una pieza de un puzle, y reemplazarla por otra sin más problemas?

La batería, esa eterna enemiga de los usuarios de smartphones de alta gama, es otro de los puntos fuertes de un teléfono modular. ¿Ya no dura tanto como antes? No hay problema, basta con reemplazar el módulo. Incluso podría tener uno de repuesto y alternarlo para estirar la vida útil de la batería de cada uno.

Pero Project Ara, por idílico que pudiera sonar, fue sepultado por Google en la misma semana que lanzó sus nuevos smartphones Pixel. Las razones no son claras, pero tampoco son difíciles de imaginar. El hecho de que alguien pueda actualizar su smartphone cuando lo desee, sin necesidad de cambiarlo por el último modelo que lanzó la empresa es una potencial ventaja, sobre todo si se tiene en cuenta la tendencia actual de presentar un nuevo modelo por año.

Project Ara
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Si bien Ara iba en camino de convertirse en realidad (por estas fechas se esperaba que fuera distribuido a desarrolladores de software y se planeaba su comercialización en 2017), era un proyecto que ya se había atrasado unas cuantas veces. De cierta forma, recuerda a lo que pasó con Google Glass, unos lentes inteligentes que fueron lanzados de forma limitada al mercado, pero que terminaron en estado de "hibernación" tan solo dos años después, por ser un proyecto demasiado arriesgado.

Por otra parte, la adopción de nueva tecnología es gradual. Los smartphones y las phablets son ejemplos de dispositivos que necesitaron de un tiempo para ser considerados productos "corrientes".
El sitio Recode fue uno de los que se atrevió a ir contra el arriesgado proyecto Ara, cuando afirmó que separar los componentes de un teléfono suponía una "amenaza de comunicación lenta entre ellos y también de agotamiento de la vida útil de la batería; además de hacer los teléfonos más caros".

Los que ya están en la calle

Hoy, empresas como LG y Motorola ya comercializan sus propias versiones de teléfonos modulares aunque, a decir verdad, están lejos del teléfono que había planeado Google.

La línea Moto Z de Motorola, por ejemplo, permite añadir mods a la parte trasera del celular, para mejorar distintas funciones. Esto es posible gracias a conectores a los que se adosan estas extensiones simplemente alineándolos y uniéndolos, con un solo movimiento. De hecho, si se compra el celular desde la página oficial de la marca, es posible elegir de primera los módulos de preferencia del usuario.

Entre los mods disponibles para el Moto Z figuran un proyector, una mejor cámara, un parlante y una batería; gran parte de ellos fueron desarrollados por empresas externas a Motorola. Los módulos incluyen sus propias baterías para no drenar la del teléfono.

En el caso del LG G5, la apuesta de esta empresa por lo modular es más acotada, con dos opciones. Este celular ofrece la posibilidad de extraer la parte inferior del equipo, con la cual también se retira la batería (por lo cual antes de hacerlo hay que apagarlo), para cambiarla por otra extensión. Por el momento está limitado a dos opciones: una pieza que agrega botones para manejar más fácilmente la cámara y un parlante (en ambos casos se debe agregar la batería extraíble, aunque el módulo de cámara viene con alimentación propia pero solo para esas funciones).

Tanto los modelos de LG como de Motorola son solo un atisbo respecto de lo que Ara planteaba para un teléfono modular. Un teléfono verdaderamente concebido en módulos debería permitir cambiar sus componentes hasta la base, incluyendo el procesador, la cámara principal e incluso los puertos de conexión. ¿Quiere cambiar de micro USB a USB-C? Puede hacerlo.

Tanto el Moto Z como el LG G5 funcionan con agregados externos que potencian la forma en que estos se comportan, pero sin ellos el teléfono es el mismo. No es muy diferente de lo que ofrecen algunas carcasas que traen una batería externa para recargar el smartphone (en esto el LG G5 gana, debido a que permite cambiar la batería). O a lo que ofrecen los ahora populares OlloClip, unos lentes externos que se adjuntan al lente de la cámara para mejorar la calidad de las fotografías.

Hay otras marcas que trabajan en estas tecnologías: Fairphone, Nexpak, ZTE Eco-Mobius, Xiaomi Magic Cube, Fonkraft y Puzzlephone son algunos de los proyectos en desarrollo.

Phonebloks, la empresa que concibió al Project Ara, no fabrica celulares modulares sino que se encarga de "inspirar" y "conectar" a aquellas que sí quieren hacerlo. La empresa fundamenta su existencia en la búsqueda de un cambio en el modelo de producción de dispositivos con el fin de disminuir al mínimo los desechos electrónicos. Para ellos, todos los dispositivos, no solo los teléfonos, deben ser modulares. Las computadoras son su próximo objetivo.

Ya sea por razones de economía, de conveniencia, facilidad de uso o por conciencia ecológica, los modulares son una opción que se abre camino lentamente. Tal vez Project Ara se haya adelantado demasiado a su época, pero con el constante bombardeo de mejoras, un celular que pueda armarse como un Lego (para modernizarlo y personalizarlo) no parece tan mala idea.

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LG G5

El LG G5 es uno de los pocos celulares disponibles en el mercado que busca sentar precedente en materia de módulos. Si bien está un poco lejos de la concepción del Project Ara, este teléfono no solo permite reemplazar de forma fácil la batería, algo que últimamente está fuera del alcance de los modelos más nuevos de Samsung y Apple, sino que puede convertirse en un dispositivo musical al sumarle el módulo de parlante, o en una cámara de fotos propiamente dicha con la pieza de las herramientas de fotografía. En Uruguay, Claro ya lo ofrece en su catálogo, pero todavía no tiene a la venta los módulos.

El antimodular

La contracara de los teléfonos modulares es Apple. Los iPhone tradicionalmente fueron un dolor de cabeza para aquellos usuarios que estaban acostumbrados a cambiarle la batería a su celular. La impenetrabilidad de los smartphones de la compañía de la manzana da una sensación de robustez y seguridad, pero también ofrece pocas opciones. Las MacBook son una clara muestra de esto: mientras que los primeros modelos podían ser modificados fácilmente por cualquier usuario (que podían cambiarle la batería o agregarle más memoria RAM, por ejemplo), hoy cada pieza viene soldada a la placa madre de la computadora para evitar su extracción.

Samsung, el eterno rival de Apple, parece estar siguiendo sus pasos; en sus últimos modelos de smartphones, desde el Samsung S6 aplicó el mismo modelo. La surcoreana no solo anuló la posibilidad de la extracción de la batería (aunque los modelos más económicos todavía lo permiten), sino que ahora tampoco es posible agregar tarjeta para expandir la memoria; esto se revisó en la versión del S7 y del S7 Edge.

iFixit es el héroe de esta película. Esta comunidad gestiona un blog en el que publica tutoriales que muestran cómo desarmar estos equipos y arreglarlos.




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