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Ranas con malformaciones

El biólogo y artista Brandon Ballengée retrata anfibios a los que les han nacido patas traseras extra. La contaminación por la actividad agrícola podría ser la culpable
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25 de marzo de 2014 a las 11:10


Fue en 1996 cuando el hoy artista y biólogo Brandon Ballengée fue a un viaje escolar a Minnesota donde se encontró con el escalofriante espectáculo de una comunidad de ranas con malformaciones en las patas. Estas extremidades o bien les faltaban, o bien les nacían desde el hueso.

Luego del episodio, Ballengée  se interesó por el tema, se convirtió en voluntario del centro de malformaciones de anfibios de Estados Unidos y ayudó a cazar a estos desafortunados animales, para eventualmente hallar las explicaciones de por qué les faltaban o sobraban patas.

Según la revista Fast Company, desde hace 13 años Ballengée colecta anfibios recién nacidos, los conserva en un líquido químico llamado formaldehído y utiliza enzimas para que sus tejidos se vuelvan transparentes. Después, inyecta tintas de colores en los huesos y órganos. El resultado son estas espeluznantes fotografías.

Aunque pueda parecer un pasatiempo un poco escalofriante, la intención de Ballengée es aprender más acerca de cómo los cambios en el ambiente afectan a las ranas y sapos. Al mismo tiempo, busca captar la atención de los humanos, los grandes culpables del problema.

Los anfibios que colecta Ballengée en zonas que presentan niveles de deformidad más altos que el promedio tienen tantas malformaciones que sus probabilidades de vivir son muy escasas o incluso ya están muertos, aclara Fast Co.

Hipótesis


A partir de las observaciones y análisis de estudios, incluyendo los suyos propios, Ballengée concluyó que existen dos explicaciones posibles para este fenómeno.

La primera hipótesis es que las malformaciones se deben a los agroquímicos que se utilizan en los cultivos y que luego se vierten en los arroyos u otras corrientes de agua. Los fertilizantes, que incluyen nitrato y fosfato, ingresan en el agua y las algas se alimentan y crecen en base al influjo de esos nutrientes, recoge Fast Co. A su vez, algunos caracoles que comen dichas algas acarrean parásitos llamados trematodos, que pueden causar patas extra en los sapos. En las áreas suburbanas, los nutrientes derivados del mantenimiento del césped pueden tener las mismas consecuencias, cree Ballengée.

Una segunda hipótesis tiene que ver con los químicos procedentes de las minas, que pueden cambiar la respuesta de los anfibios a los depredadores. En concreto, la contaminación de las minas de cobre, incluso en sus niveles más "seguros", enlentecen los reflejos de los renacuajos, que de esta forma de vuelven más vulnerables a los depredadores como las ninfas de libélula, que se alimentan de las patas traseras de los anfibios.

Pero estas explicaciones son conjeturas y todavía queda mucho por conocer acerca de cómo los sapos y las ranas pierden o ganan patas. Aun así, el principal culpable es la destrucción del ambiente acuático, que es hábitat de los anfibios, a raíz de los agroquímicos, según Ballengée.

También el cambio climático juega su papel: algunos estudios señalan que a medida que el clima se vuelve más cálido, algunas aves migratorias cambian sus patrones de vuelo y algunas de ellas llevan consigo el mismo tipo de parásito que infecta a los anfibios con patas extra.

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