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Publicar o no las fotos de tus hijos en Facebook, esa es la cuestión

Los niños y adolescentes no son los únicos que suben contenidos inapropiados en la red social sin pensar en las consecuencias. Distintos psicólogos dan las claves para proteger la reputación digital de los menores
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27 de septiembre de 2014 a las 10:50




Unas vacaciones en la playa, un cumpleaños con amigos, un bebé en un bañito: todas estas imágenes pueden ser tan tiernas como inapropiadas según el contexto, los comentarios y la foto en sí. Además, esta percepción subjetiva puede ir cambiando con los años. Pero lo peor no es que un niño o adolescente las publique en su Facebook, sino que lo hagan sus padres.

“La tarea de los padres es la protección de su hijo y brindarle los máximos cuidados”, explicó la psicóloga Ana Barrios Musto. Esto excluye “exponerlo a situaciones donde pueda recibir agresiones, violencia, vergüenza, bulling y conflictos con sus pares o incluso con sus padres, en caso de que estén separados y figure en las fotos con la pareja de uno de los progenitores. Todo ello puede generar en el niño diversas situaciones que es incapaz de manejar”.

No hay que ser un padre desubicado para caer en el error de publicar fotos poco seguras de los hijos (propios o ajenos) en Facebook. Con un smartphone a mano, en pocos segundos uno puede retratar y compartir con el mundo la imagen de un momento familiar feliz con la mejor de las intenciones. La clave es reflexionar antes de publicar.

Entre lo público y lo privado


Según el psicólogo Roberto Balaguer Prestes, las redes sociales protagonizaron un cambio cultural por el cual los espacios públicos y privados se han reconfigurado: “Buena parte de lo que era privado se ha tornado público y lo que se guardaba atesorado en un cajón hoy se sube a Facebook o Twitter. Es por ello que parte del ritual de las madres de hoy es subir fotos a las redes sociales de sus recién nacidos. Lejos de ser la excepción, es la norma”.

En este sentido, un reciente estudio realizado en Estados Unidos y recogido por el diario The Guardian constató que 63% de las madres usan Facebook. De ellas, 97% han publicado alguna foto de sus hijos, 89% actualizaron su estado con información sobre ellos y 46% subieron videos.

El problema es que, una vez que la información está en el ciberespacio, ya no te pertenece. La política de privacidad de Facebook establece sobre los derechos de propiedad intelectual (PI) de las fotos, videos y otros contenidos subidos: “Nos concedes una licencia no exclusiva, transferible, con derechos de sublicencia, libre de derechos de autor, aplicable globalmente, para utilizar cualquier contenido de PI que publiques en Facebook”. Esta licencia termina “cuando eliminas tu contenido de PI o tu cuenta, salvo si el contenido se ha compartido con terceros y estos no lo han eliminado”.

Así es como se crea el llamado rastro o huella digital. “Todo lo que uno hace en la red va quedando registrado y va configurando una suerte de curriculum online”, explicó la psicóloga Cecilia Cabrera González, de la organización Sujetos en Red. De hecho, esta reputación en las redes sociales es uno de los factores que toman en cuenta las empresas al estudiar candidatos durante los procesos de selección de personal.

Una imagen también puede exponer a riesgos físicos y psíquicos mucho más graves. “Una foto es información digital que fácilmente puede replicarse y pasar a ser pública en el sentido más amplio del término. Por lo que, si se trata de fotos inadecuadas o en la frontera de ello, mejor será conservarlas en lo íntimo, sin compartirlas a través de ninguna red, ni siquiera por SMS o Whatsapp”, afirmó Balaguer.

En las distintas edades


“Cuando son bebés nos puede parecer muy graciosa una foto y subirla. Por ejemplo, es común ver fotos de niños pequeños en ropa interior o pañales, pero realmente deberíamos pensar bien si es necesario compartir eso con todos nuestros contactos de redes sociales”, dijo Cabrera.

Como en la vida real, en la virtual los padres toman muchas decisiones por el bien de sus hijos a lo largo de su infancia. Pero, a medida que van creciendo, los controles van dando lugar a la confianza y a creer que el adolescente hará lo mejor, basándose en la formación recibida. Por ello, llega un tiempo en el cual los adultos deben pedir permiso para publicar las imágenes.

Barrios explicó: “Tanto niños como adolescentes de acuerdo a sus características personales, su personalidad y su forma de ser, pueden vivir ese evento de distinta manera. Pero lo cierto es que lo íntimo que se dio en el ámbito de la familia fue expuesto al afuera sin que él pudiera decidirlo o saber las implicancias”.

Incluso, la psicóloga especificó que “en el caso de la adolescencia, es bueno que los padres sepan que sus hijos están en la etapa del desarrollo más complicada y, en general, no desean en absoluto que hagan uso de su imagen”. No es un tema personal, padres.

De forma segura


Para poder evaluar qué información compartir en Facebook y poder demostrar amor sin perjudicar al hijo, la directora del Instituto de Internet de Oxford, Victoria Nash, dijo a The Guardian que hay que evaluar dos factores. Por un lado, la cantidad de información brindada, “lo cual puede incluir cosas como la edad y lugar de nacimiento, el nombre completo del niño o etiquetar fotos con ubicación geográfica, cualquier cosa que pueda ser usado por alguien que quiera robar la identidad de tu hijo”.

El segundo punto está más vinculado al consentimiento. “¿Qué tipo de información tu hijo podrá querer que se muestre de él más adelante?”, es la pregunta que uno debe hacerse. Aunque es difícil predecir qué será de Facebook dentro de 10 o 20 años, puede que todavía sea una herramienta cotidiana cuando los niños de hoy ya sean adultos.

En este sentido, Balaguer destacó: “El deber como padres es ayudar a cuidar la identidad digital de los hijos a presente y a futuro. No sabemos aún qué importancia tendrá esa información. Pero como todos somos de alguna forma ‘esclavos de nuestros Enter’, ante la duda, lo mejor será siempre abstenerse de publicar”.

Por su parte, Cabrera recalcó la importancia de ser “cuidadosos con la privacidad propia y ajena, incluyendo lo de los hijos, que no es de propiedad de los padres”.

Barrios, a su vez, explicó que, si bien “muchas veces es importante compartir el crecimiento de un hijo, más cuando la familia está separada a miles de kilómetros, hay que buscar medios seguros”. El correo, los servicios en la nube y los discos extraíbles son buenas herramientas privadas.

En este sentido, el consejo de Barrios es claro: “El tener un vínculo creativo y saludable con los hijos es una ardua tarea para los padres de hoy en día. No le agreguemos aún más problemas. Busquemos formas seguras de compartir la alegría que nos provoca el tener un hijo”.

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