La reciente decisión de Tony Fadell de retirarse del timón de Nest resultó una sorpresa, pero no una grande.
El problema específico de la compañía de electrodomésticos inteligentes -que pertenece a Google- ha sido bien documentada. Pero la pregunta que ahora flota sobre Nest no está aislada a esta firma sola, sino a toda la industria del hogar inteligente en general.
Nest, después de todo, debía ser la pionera que nos guiaría hacia la revolución del hogar inteligente. Cuando Google puso sobre la mesa US$ 3,2 mil millones para comprarla en 2014, parecía tener sentido: Google ya estaba gestionando nuestras vidas online, y esto le daría a la compañía una forma de gestionar nuestras vidas fuera de internet también (o al menos hacer que nuestras vidas fuera de internet fueran más parte de nuestra vida conectada). El carismático Fadell parecía ser el pionero correcto, dada su experiencia en los productos de Apple, que podía aplicar a la visión más abierta de la computación de Google.
Pero Nest demostró no ser tan ideal.
La colocación de los productos fue lenta. Cuando se logró, no siempre fue un éxito. El sensor de humo Nest Protect fue golpeada por sus primeros problemas que requerían que la compañía desactivara una de sus funciones más innovadoras, la habilidad de sacudir la mano debajo del sensor para detener la alarma. La compañía también recibió varias quejas públicas sobre un software fallido que, como reportó The New York Times, literalmente dejaba a las personas en el frío. Luego, temprano en este año, Nest anunció que detendría el spoprte par Revlov, un sensor para el hogar inteligente que había obtenido junto con una firma de electrodomésticos del mismo nombre en 2014.
Todos estos anuncios sirvieron, de alguna forma, para resaltar los problemas que los consumidores están teniendo en el mercado del hogar inteligente. Suena genial tener termostatos, lamparitas, hornos y sistemas de seguridad que anticipen todos nuestros movimientos. La realidad ha sido algo menos maravilloso -- un mercado fracturado de aparatos de vez en cuando con errores que trabajan con algunos, pero no todos, los sistemas de por ahí.
Y, tal vez más revelador, a pesar de los problemas públicos que Nest enfrentó, ninguna compañía se ha posicionado a sí misma como una alternativa.
Así que más allá de los primeros en adoptar, los consumidores ahora están tenidendo algunos problemas al subirse al vagón del expreso de la domótica. Para las personas que no tienen el tiempo para determinar si su bombilla les hablará a través de su parlante inteligente -- y determinar una contraseña para todas esas cuentas-- el hogar inteligente todavía parece ser parte de un futuro parecido al de los Supersónicos.
El mercado del hogar inteligente ciertamente es prometedor -- pero eso, por definición, significa que es un área con su potencial completo por delante. Amazon Echo, el Google Home y el rumoreado "Siri en una caja" son todos dispositivos llamativos por lo que podrían hacer -- actuar como un conserje personal que le puede seguir por todos lados, de su casa, a su auto, a su trabajo.
Pero ahora, estos sensores para el hogar parecen más una novedad que una parte esencial de nuestras vidas. Y sin firmas como Nest empujando esos desarrollos, los sensores pierden una gran cantidad de su llamativo.
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