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Por qué es importante la diferencia entre ciberseguridad y cibercrimen
Una mujer, de 50 años, llamémosla Amy, conoció a un hombre en línea que se hacía llamar Charlie. Amy, que vivía en Texas, estaba en un mal matrimonio. Charlie dijo que era un hombre de negocios y cristiano y la cortejó. "Estaba diciendo todas las cosas correctas", le dijo Amy al FBI. "Estaba interesado en mí. Estaba interesado en conocerme mejor. Fue muy positivo y sentí que había una conexión real allí". Desde el principio, Charlie le dijo que tenía problemas con su negocio y que necesitaba dinero. Ella quería ayudar.
De 2014 a 2016, Amy le envió US$ 2 millones, a menudo en cuotas de unos pocos miles de dólares a la vez, esperando siempre que le devolvieran el dinero. Después de alertar al FBI, dos ciudadanos nigerianos fueron arrestados cerca de Houston. Ambos se declararon culpables de cargos de fraude electrónico en conexión con la relación de Amy con Charlie. La persona que interpretó al personaje de Charlie no ha sido identificada.
Esta historia es un ejemplo de advertencia de lo que puede ser un cibercrimen. Pero la mayoría de los consejos para evitar peligros en línea, como tener contraseñas largas, usar autenticación de dos factores y cifrar datos, no habrían ayudado a Amy.
El crimen que le sucedió no tiene nada que ver con la ciberseguridad. Es un delito cibernético, un crimen centrado en el ser humano cometido en un entorno digital. Hay más de estos cada año. En EEUU, en 2016, 298.728 denunciantes informaron haber perdido más de US$ 1,3 mil millones en varios tipos de delitos informáticos, incluidas estafas amorosas pero también ventas fraudulentas en línea, extorsión, acoso violento y estafas de suplantación de identidad, entre otros.
Comprender las diferencias
La ciberseguridad no es simplemente un conjunto de directrices y acciones destinadas a prevenir el delito cibernético. Los dos tipos de problemas difieren sustancialmente en términos de lo que sucede y quiénes son las víctimas. La ciberseguridad se trata en última instancia de proteger redes gubernamentales y corporativas, buscando dificultar a los hackers encontrar y explotar vulnerabilidades. El cibercrimen, por otro lado, tiende a enfocarse más en proteger a las personas y familias mientras navegan en la vida en línea.
Estados Unidos, por ejemplo, ha creado varias iniciativas para mejorar su ciberseguridad, incluidas las inversiones en educación sobre ciberseguridad y la expansión de los esfuerzos de las agencias gubernamentales. Desafortunadamente, actualizar las redes oficiales y capacitar a las futuras generaciones de profesionales de ciberseguridad no necesariamente beneficiará a personas como Amy. Las soluciones técnicas no resolverán sus problemas.
Poca investigación
Uno de los pocos estudios sobre estafas amorosas como la que atrapó a Amy sugiere que hay tres etapas. Comienza con el delincuente involucrado en intensas comunicaciones en línea con la víctima. En el caso de Amy, Charlie sin dudas la contactó repetidamente cuando comenzó su relación. Eso aumentó su confianza y bajó sus defensas y le quitó gran parte del tiempo y de la energía que tenía para la interacción social. Una vez que la víctima está aislada de otras experiencias sociales interpersonales, la ilusión de conexión e interdependencia puede profundizarse.
Sin duda, Charlie mantenía esta ilusión viva de la forma que podía, mientras le sacaba el dinero a Amy.
En la tercera y última etapa, el objetivo finalmente ve a través del velo y descubre que todo ha sido una estafa. Fue entonces cuando Amy, instigada por su asesor financiero, sospechó de fraude y llamó al FBI.
Más investigación sobre el delito cibernético podría ayudar a profundizar la comprensión de los académicos y los investigadores sobre cómo estos problemas de las ciencias sociales se desarrollan en línea. Con más esfuerzo e inversión, los académicos y las fuerzas del orden público podrían aprender más y trabajar juntos para identificar y proteger a las personas reales que están en riesgo frente a estos delincuentes en línea.
