En 1991, la erupción del Monte Pinatubo, en Filipinas, generó un efecto "refrescante" para la Tierra que duró unos dos años. En ese entonces se liberaron 15 millones de toneladas de dióxido de sulfuro, que llegaron a la estratófera y crearon una suerte de capa brumosa de partíulas de aerosol, que hizo sombra a la Tierra,
explicó NASA.
Ahora, el geoingeniero y científico ambiental David Keith de la Universidad de Harvard quiere imitar a la naturaleza para enfrentar el calentamiebto global, recogió
Mashable. Su propuesta incluye una solución a gran escala, que costaría US$ 8.00 millones y que todavía es considerada un "plan B" en caso de emergencia ambiental. Es que Keith quiere "refrigerar" el hielo marino del Ártico, lanzando partículas reflectoras a la estratósfera, explicaron él y sus colegas en
Nature Climate Change.
Si uno es optimista, podría esperar que la inyección de esta nueva tecnología dentro de la política ambiental energizará el tema, rompiendo las trincheras que caracterizan los debates sobre clima", dijo el científico de Harvard
Según sus cálculos, el plan reduciría 0,5% la penetración del sol. "Si uno es optimista, podría esperar que la inyección de esta nueva tecnología dentro de la política ambiental energizará el tema, rompiendo las trincheras que caracterizan los debates sobre clima", dijo el científico de Harvard en una entrevista recogida por Mashable. Sin embargo, aclaró que "se trata de un deseo, no de una predicción".
Más allá de su idea radical, el experto sigue creyendo en las soluciones que tradicionalmente se proponen para hacer frente al calentamiento global y cambio climático, como reducir las emisiones de dióxido de carbono e incrementar el poder del viento. No obstante, según él lo que todavía hace falta es "urgencia, atención al problema y acción". Por eso, la primera solución a la vista es tal vez la menos costosa: la conversación global.