El viernes pasado,
la cápsula no tripulada de la NASA, Orión, dio dos vueltas a la Tierra en cuatro horas y 24 minutos como parte de un vuelo de prueba para, en algún momento, ser capaz de llevar humanos a Marte. Para que eso ocurriera, el trabajo de la ingeniera aeroespacial de la
NASA Molly White fue fundamental.
En una entrevista con
The Verge, la ingeniera contó cómo vivió esos dos días de tensión y cómo su trabajo permitió que la cápsula sobreviviera a temperaturas dos veces más altas que el punto de fusión del acero. Orión cuenta con una especie de escudo reflectante e inflamable que va a ser fundamental cuando lleve a los primeros humanos a Marte.
Desde 2010, White ha estado trabajando en cálculos para predecir el calor y flujo de aire al que Orión debía someterse en su viaje de prueba durante el despegue y el aterrizaje, contó el sitio.
El despegue de la cápsula desde Cabo Cañaveral, estado de Florida,
fue pospuesto varias veces. Un barco que pasaba, vientos fuertes y problemas técnicos se combinaron para que el lanzamiento se tuviera que retrasar un día. Para White, fue "una montaña rusa emocional".
Desde la Luna, se golpea la atmósfera terrestre a más de 40.000 kilómetros por hora con una temperatura superior a los 2.750 grados Celsius. Orión lo hizo a 32.000 kilómetros por hora (alrededor de 30 veces la velocidad del sonido) y el escudo soportó 2.200ºC. Si regresa de Marte algún día, va a entrar en la atmósfera a 53.900 kilómetros por hora, lo que calentará el escudo térmico a más de 3.000ºC. El aire a su alrededor –ya que viaja en una bola de fuego de plasma– es dos veces más caliente que la superficie del sol.
Para soportar estas condiciones, la NASA rediseñó la tecnología utilizada en
las misiones Apolo (1968-1972) con una combinación de fibra de vidrio y plásticos de alta tecnología. Si el escudo térmico falla, sería el fin de todo el vehículo espacial. En 2003, el transbordador espacial Columbia se desintegró al reingresar a la atmósfera. Llevaba siete tripulantes.
La NASA ha enviado seres humanos más allá de la Tierra muchas veces, sobre todo durante las misiones Apolo. Pero el proyecto de Orión es el más ambicioso de la historia de la exploración espacial: se deberá viajar más lejos, más rápido, llevar más astronautas que otras cápsulas y, además, deberá ser más seguro.
La previsión de la NASA es que Orión lleve astronautas a un asteroide en 2025 y a Marte en la década de 2030.