Los mosquitos del London Underground fueron descubiertos durante la primera guerra mundial, cuando miles de personas se resguardaron ahí mientras su ciudad era bombardeada. Los pasillos de concreto alejados del sol eran diferentes al hábitat natural de los mosquitos, pero había muchos humanos para picar y una abundancia de agua estancada, por lo cual persistieron. Después de siete décadas aislados del mundo exterior, desarrollaron sus propios hábitos alimenticios y reproductivos y un
ADN propio.
Culex pipiens molestus es solo uno de los cientos de creaturas cuya existencia ha sido moldeada por la influencia humana, de forma intencional o no. Esa lista incluye nuevas cosechas y
animales domésticos, pero también criaturas que fueron accidentalmente introducidas a nuevos hábitats, o que evolucionaron para explotar hábitats construidos por humanos, según una investigación publicada por Proceedens de la Royal Society B. Por toda la destructividad del humano, el Homo sapiens también ha instigado la evolución sorprendentemente veloz de especies y cepas. Según el estudio, los humanos han reubicado a casi 900 especies conocidas y domesticado a más de 470 animales y a unas 270 plantas desde el fin de la Era del Hielo, hace 11.500 años.
Eso no necesariamente significa que haya 1.500 nuevas especies en el planeta. "Hay algunos ejemplos categóricos de especies creadas por el hombre", dijo el autor Joseph Bull, ecologista del Centro para Macroecología, Evolución y Clima de la Universidad de Copenhagen. "Pero lo que tenemos son muchas presiones humanas diferentes que están causando cambios rápidos en términos de características, y eso está pasando en una gran escala con diferentes organismos".
Bull y su coautora, Martine Maron de la Universidad de Queensland, identificaron cuatro fuentes fundamentales de especiación: reubicación, domesticación, cacería y creación de nuevos ecosistemas. La posibilidad de revivir especies extintas a través de la ingeniería
genética, o, incluso, de mover a los organismos a otros planetas, también podría contribuir a la especiación. Mientras tanto, no se tiene noción del cambio que ha experimentado el mundo microbiano, pero debe ser igual de dramático. Lo que sorprende de esta evolución motivada por el hombre no es solo el número de nuevas especies. Un estudio determinó que plantas en Australia cambiaron dramáticamente solo 150 años después de que sus ancestros fueran introducidos al continente. Tomó décadas y no miles de años, para que los mosquitos londinenses cambiaran. Algunos cambios tardaron más pero, comparado con las vastas escalas de tiempo que suelen ser utilizadas para describir la historia de la tierra, eso es rápido.
El número de especies influenciadas por humanos es comparable al número de extinciones atribuibles a los humanos, pero la creación de nuevas creaturas no logra compensar el daño hecho. La diversidad artificial no es sustituta para la natural, y no logra brindar la genética necesaria para que el ecosistema sea resiliente. Asimismo, la introducción de nuevas especies puede tener un efecto dominó desconocido en otras creaturas. "Tendemos a pensar que mientras más especies haya, mejor estamos. Pero no necesariamente es así".