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Nueva York debate qué hacer con las carrozas tiradas por caballos

Se trata de una atracción turística histórica, pero los animales viven en medio del tránsito y la contaminación, una situación considerada como maltrato, según algunas protectoras
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10 de marzo de 2014 a las 15:04
¿Las carrozas de Central Park tienen que desaparecer? Nueva York vive una guerra por esta centenaria atracción que el nuevo alcalde Bill de Blasio quiere reemplazar por coches eléctricos en nombre de la defensa animal.

"Vamos a sacarnos de encima las carrozas. Es inhumano, no es coherente con el año 2014", había declarado De Blasio a fines de diciembre, indicando que iba a tomar esa medida "en los primeros días" de su mandato en enero. "Es algo que no se negocia", reiteró el alcalde a fines de febrero, prometiendo sin embargo hablar con aquellos que viven de esta actividad turística que emplea 22 caballos y 170 cocheros a tiempo completo para un total de 68 carrozas.
Vamos a sacarnos de encima las carrozas. Es inhumano, no es coherente con el año 2014", dijo el nuevo alcalde Bill De Blasio

"Nueva York es un de las ciudades más congestionadas del mundo. Estos caballos trabajan en el tráfico con sus fosas nasales en los caños de escapes. Simplemente no es un medio ambiente para ellos", explicó Chelsie Schadt, una de las responsables de NYClass, un grupo de presión que quiere terminar con las carrozas.

El grupo entregó US$ 1,3 millones para las campañas de De Blasio y otros candidatos a la alcaldía opuestos a esta atracción turística inmortalizada de manera muy romántica en muchos filmes como Manhattan (1979), de Woody Allen.

"Se trata solo de defender los animales", insistió Schadt, quien denunció una veintena de accidentes en los últimos dos años en los que estuvieron involucradas carrozas. "Los caballos necesitan pacer todos los días, socializar con otros caballos", agregó, subrayando que los de Central Park nunca tienen ese placer, ya que van de los establos al parque y del parque a los establos.

Caballos felices


Conor McHugh, administrador irlandés de los establos de Clinton Park, en la calle 52, abre sin problemas las puertas del establecimiento.

Construidas en 1860, albergan en su planta baja a las carrozas perfectamente ordenadas, con sus flores de plástico y sus banderas estadounidenses. En el subsuelo están las bicitaxis y en el primer piso 79 caballos en boxes individuales de 3 por 2,4 metros.

McHugh muestra los bols de agua, la paja y el sistema de riego automático en caso de incendio, y explica que todos los caballos que pasean turistas en Central Park deben pasar al menos cinco semanas por año en una granja y solo pueden trabajar nueve horas diarias.

"Aquellos que están en contra nuestro insisten en que nuestros caballos nunca pasan tiempo en una granja, no pueden correr en el campo, no pueden vivir como caballos. Pero la ley les garantiza todo eso", afirmó McHugh.


Nuevos coches eléctricos


NYClass quiere que las carrozas sean reemplazados por copas de coches de principios del siglo XX, eléctricos, que ofrecerán "el mismo sentimiento de nostalgia". Los caballos serían enviados a "santuarios". "Esto dará trabajo" a las personas que trabajan para las carrozas, señaló Schadt, para quien se trata de un alternativa "muy equitativa". El primer prototipo de este vehículo podría estar listo para la primavera boreal.

El proyecto, que aún no está en la agenda legislativa, prevé una desaparición gradual de las carrozas en un plazo de tres años y su reemplazo por los coches.
Esto es Nueva York, esto es Central Park, todo el mundo conoce nuestras carrozas. Es como si nos sacásemos de encima la Estatua de la Libertad o el Empire State", opinó Christina Hansen, una de las cocheras

Entre los detractores de la iniciativa se encuentra Christina Hansen, cochera y portavoz de la Asociación de Carrozas de Nueva York. Hansen denunció una "extraña combinación de intereses, entre el sector inmobiliario y los defensores de los animales, que gastaron mucho dinero y tiempo para lograr que Bill de Blasio fuese elegido porque les prometió prohibir las carrozas".

"Los defensores de los animales piensan que todos aquellos que tienen animales están equivocados y que no deben trabajar", afirmó, con un ojo en su carroza estacionada cerca del hotel Plaza, en la esquina sudeste de Central Park. "En lo que respecta a lo inmobiliario, nuestros establos están en el oeste de Manhattan, valen mucho. Y no las vamos a venderlas mientras tengamos nuestros caballos", advirtió.

Hansen concluyó: "Esto es Nueva York, esto es Central Park, todo el mundo conoce nuestras carrozas. Es como si nos sacásemos de encima la Estatua de la Libertad o el Empire State".

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