La habilidad de los pobladores prehispánicos logró desarrollar esta tecnología que aprovecha al máximo la capacidad hídrica de la región y los tiempos de inundación como las lluvias.

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Waru Waru, una técnica agrícola andina del pasado contra la crisis climática

Por décadas se fantaseó con que los geoglifos vistos desde el aire cerca del Lago Titicaca eran construcciones de extraterrestres, pero son una forma de proteger los cultivos ideada por los antiguos habitantes que ahora vuelve a usarse por el cambio climático
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15 de febrero de 2024 a las 05:00

Desde el cielo parecen enormes geoglifos en forma de círculo, pero en realidad son la huella de una técnica prehispánica que los campesinos rescataron para enfrentar la crisis climática en las mesetas andinas de Puno, en la frontera de Perú y Bolivia.

Se trata de los Waru Waru –voz quechua que significa camellón–, un invento del pasado para proteger las siembras de papa y quinua.

Por décadas se fantaseó con la idea de que esas marcas eran geoglifos hechos por extraterrestres, recuerdan los mismos pobladores que volvieron a usarlos.

"Es un sistema agrícola para poder enfrentar el cambio climático, que varió las estaciones del año. Es muy beneficioso en épocas de sequía y helada", dijo a la agencia de noticias AFP César Cutipa, un campesino de 42 años.

Cutipa vive en las pampas inundables de Acora, una localidad a 3.812 metros de altitud vecina al lago Titicaca, cuyas comunidades aymaras volvieron a implementar seis Waru Waru.

Estas camas de tierra rodeadas de agua alcanzan hasta 100 metros de largo, por entre 4 y 10 de ancho y uno de altura.

Para construir los Waru Waru, los campesinos abren surcos en las zonas inundables hasta formar una plataforma rectangular más elevada, donde se realiza la siembra.

El agua alrededor crea un microclima que mitiga el efecto desfavorable de las heladas, permitiendo el desarrollo de los cultivos.

En los canales, el agua absorbe el calor del sol durante el día y lo irradia de nuevo por la noche. En 2023, la temperatura en Puno por las heladas alcanzó los -20°C.

Recuperar el pasado

"La habilidad de los pobladores prehispánicos logró desarrollar esta tecnología que aprovecha al máximo la capacidad hídrica de la región y los tiempos de inundación como las lluvias", dijo a AFP el arqueólogo Velko Marusic, del ministerio de Cultura de Puno, en Perú.

Según Marusic, los suelos del altiplano son pobres, secos y marginales para la actividad agrícola, pero con esa técnica los agricultores siembran papas nativas, quinua y cañihua, considerados entre los superalimentos de la dieta global.

Los beneficios son evidentes en estos tiempos de calentamiento global y variaciones inesperadas del clima, como los que se están registrando ahora.

"Los Waru Waru en épocas de lluvias no se pueden inundar porque tienen un sistema de drenaje inteligente, que llega al río. Tienen muchas ventajas, son una tradición y una costumbre", indicó a AFP el ingeniero agrónomo Gastón Quispe, de 43 años.

"Esta técnica ayuda a combatir heladas, a fertilizar suelos, generar microclimas y fauna", destacó Marusic.

Sus orígenes se remontan a 2.000 años de antigüedad en la región aymara, pero el imperio inca (siglo XV) los dejó de lado.

Los Waru Waru se comenzaron a reconstruir a partir de la década de 1990 con los primeros indicios de que el clima estaba cambiando.

Hacer frente a la sequía

"Es una actividad agrícola que se desarrolló por más de dos milenios en nuestro país, pero con la ocupación inca esto se abandonó porque se hizo inviable", explicó el arqueólogo Marusic.

Cuando los conquistadores españoles llegaron en el siglo XVI no encontraron evidencia de la existencia de esta técnica porque ya se había dejado de lado.

En 2023, cuando según el Servicio Nacional de Meteorología Puno sufrió uno de los mayores períodos de sequía en casi seis décadas por falta de lluvias, el uso de esta técnica permitió a los campesinos hacer frente al déficit hídrico y a la escasez de alimentos.

En Acora, para tener buena cosecha los campesinos realizan un ritual denominado Luqta (“misa”, en lengua aymara) con caramelos y hojas de coca que lanzan al aire para pedir a la madre tierra buena producción y que no caiga granizo. 

"Nosotros podemos vivir tranquilos aquí porque tenemos nuestra papa, nuestra quinua y cebada. Podemos estar tranquilos sin ir a la ciudad", destacó la agricultora Valeria Nahua, de 22 años.

 

(Con información de AFP)

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