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Viajeros del tiempo

Como en las películas, como en las series, y como ahora con los smartphone y las redes sociales, el viaje al futuro es una obsesión de los seres humanos.
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18 de agosto de 2023 a las 13:26

Los viajes en el tiempo han sido un tema recurrente en la ciencia ficción durante décadas.

La idea de poder retroceder o avanzar en el tiempo ha capturado la imaginación de la gente y ha inspirado una gran cantidad de historias y películas emocionantes.

Algunas de las más clásicas son la ya mencionada Volver al Futuro (1985), Efecto Mariposa (2004) o Interestelar (2014). Y si les gustan las series también podemos hablar de Outlander, Dark o Timeless. 

El Ministerio del Tiempo es una producción española que sigue las aventuras de un equipo de agentes especiales cuyo trabajo es proteger y mantener la línea temporal de España.

Para hacerlo, deben viajar en el tiempo a través de la historia española, impidiendo que los eventos históricos cambien o se alteren debido a la intervención de personas del futuro. Explorando la historia española desde la Edad Media hasta la actualidad, y presentando personajes históricos como Francisco de Goya, Miguel de Cervantes y Lope de Vega.

En El Ministerio del Tiempo, cada equipo de agentes se compone de personas de distintas épocas, lo que les permite tener más información contextual.

En el caso particular de este equipo de protagonistas, incluye a Julián, un paramédico madrileño del siglo XXI; Amelia, una joven catalana del siglo XIX proveniente de una familia adinerada y tradicional, cuyo sueño es estudiar; y Alonso, un soldado de los tercios españoles del siglo XVI.

Intencionalmente o no, podemos ver en esta distribución de personajes las distintas miradas que hay sobre el futuro, especialmente entre Amelia, la del siglo XIX, y Alonso, que había nacido 300 años antes.

Mientras que la joven catalana se ve fascinada por los avances sociales, médicos, culturales y tecnológicos del siglo XXI, Alonso se encuentra abrumado.

Y no es casual que así sea. La cultura occidental surgida de la modernidad cree fervientemente en el progreso, rechazando las tradiciones. Durante la Edad Media sucedía todo lo contrario. Y esto está directamente relacionado con la aceleración de los cambios tecnológicos que se produjo desde la primera revolución industrial. 

En la actualidad, sin embargo, esa aceleración acaba de pasar a una nueva etapa.

En las últimas dos décadas hemos sido testigos de cambios y transformaciones radicales a un ritmo frenético. Quizás el ejemplo más claro tiene que ver con el dispositivo con el que compartimos más tiempo de nuestras vidas: el smartphone.

Dormimos al lado de él, es lo primero que vemos cuando nos despertamos - incluso en la mayoría de los casos es el motivo por el que nos despertamos gracias a su sistema de alarma - es lo último que vemos cuando nos vamos a dormir y se encuentra siempre en nuestro bolsillo. 

¿A quién no le ha pasado sentirse desnudo cuando un día salieron a la calle sin teléfono? Lo curioso del smartphone es que hace veinte años estos dispositivos no existían. Y hoy no podemos concebir nuestra vida sin ellos. 

La pregunta es: ¿cuántos nuevos smartphones están surgiendo en este momento mientras vos estás leyendo esta columna?

Si pudiéramos recibir a un habitante de la tierra en 2070, muy probablemente se reiría de la forma en que utilizamos la tecnología hoy, medio siglo antes.

Probablemente también tenga que explicarnos muchas cosas que para él serían absolutamente normales y cotidianas y para nosotros serán prácticamente ciencia ficción.

Pero los invito a hacer el ejercicio ustedes mismos. Hagan el ejercicio de explicarle a una persona ficticia que vivía en la década de 1970 qué es TikTok. Primero tendrán que explicarles qué es un smartphone, qué es internet, qué es una computadora personal, y cómo demonios pueden ver videos en ese pequeño televisor cuya pantalla se mueve cuando la tocas. 

Pónganse ahora ustedes mismos en el lugar de esa persona de 1970… porque probablemente algún día estén de ese lado. Tan enojados, frustrados y perdidos como el pobre Alonso que viajó del siglo XVI al 2017 sin escalas.

El gran desafío que tenemos en esta generación de humanos es estar preparados para dar un salto evolutivo de 500 años de historia sin despeinarnos.

Porque, aunque nos cueste creerlo, es muy probable que eso ocurra.

 

 

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