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Un paso clave en la inserción internacional

Un paso clave en la inserción internacional: escriben Carlos Mazal y Ricardo Peirano
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10 de noviembre de 2023 a las 05:01

Por Carlos Mazal y Ricardo Peirano

Reúne amplio consenso en nuestro país la idea que Uruguay no tiene muchas opciones de desarrollo importante y sustentable sin abrirse al mundo y competir. De lo contrario seguiremos creciendo a tasas realmente inaceptables, como ha ocurrido en las últimas décadas.

Eso fue lo que intentaron hacer, en mayor o menor medida. anteriores gobiernos. Tabaré Vázquez en su primer período tuvo la oportunidad de hacer un TLC con Estados Unidos pero pero peses a la oferta americana el tren pasó de largo, por oposición de su propio partido y de los socios del Mercosur. Ya en su segunda presidencia comenzó a explorar la posibilidad de un TLC con China, aunque no logró avanzar demasiado.

El actual gobierno ha convertido la inserción internacional en prioridad esencial y lo ha manifestado a los cuatro vientos. Primero, comenzó a buscar un TLC con China y, luego, en vista del escaso avance por parte del país asiático, ha buscado ingresar en el Acuerdo Transpacífico (CPTPP), que incluye a una docena de países con mayor disposición de avanzar en un acuerdo y también con valores políticos más acordes a los nuestros.

Recientemente desde Estados Unidos han venido algunas señales de unirse a un acuerdo laxo de varios países de la región.

Sin embargo, ingresar al CPTPP, como a cualquier otro acuerdo de inserción internacional que no sea el Mercosur, donde estamos anclados sin mayores esperanzas de mejoras (lo de “Más y mejor Mercosur” es un cliché totalmente falso porque ni Brasil ni Argentina están dispuestos a abandonar ni su proteccionismo ni su rol de “hermanos mayores” como lo definió Sergio Massa hace unos meses) implica aprobar previamente el Tratado de Cooperación de Patentes (PCT).

Este tratado, cuya adhesión discute ahora el Parlamento, se firmó en el año 1970. Ahora lo está discutiendo por quinta vez. Y Uruguay fue uno de los países que lo impulsó aunque luego no firmó. Hoy son 157 países los que lo han firmado y entre quienes no adhieren se encuentran Argentina, Bolivia y Venezuela, una compañía poco confortable.

Es decir, la gran mayoría de los países del mundo, con gobiernos de todo tipo y color, se han adherido a este tratado, conscientes de las ventajas que implican para la innovación y el desarrollo. Nosotros, por razones que son difíciles de comprender, lo apoyamos inicialmente pero luego no hemos querido adherirnos a él.

Ahora, con los deseos de inserción internacional, el PCT llama nuevamente a nuestra puerta. Y la respuesta la tiene que dar el Parlamento. Allí se juega mucho de nuestro futuro, por la innovación y por la inserción internacional.

Parecería que aprobar el PCT y seguir adelante debería ser casi un trámite. Sin embargo, el tratado de patentes encuentra una férrea oposición por parte de sectores específicos. Conviene, empero, mirar la película completa. y de ella dio cuenta exhaustiva  Juan Labraga, director de la Asesoría en Política Comercial del MEF, en reciente comparecencia al parlamente. Labraga recalcó que las cuatro veces anteriores que el parlamento consideró el PCT fueron en 1991, 1997, 2202 y 201, o sea, bajo administraciones diferentes. Ello indica la importancia del Tratado de patentes para Uruguay. Para Labraga es “importante y urgente” ser miembro de este grupo para “poder exportar ideas uruguayas al mundo”.

Sin embargo, por la razón que sea, el trámite parlamentario del PCT no es tan simple como sostiene Labraga. Hay sectores que se oponen. Veamos algunos de sus argumentos.

Por de pronto, se argumenta, habría países que firmaron y luego lo denunciaron. No es así. No se ha registrado ningún caso de un país  que haya firmado el PCT, lo haya denunciado y se haya ido. Buena señal sobre las bondades del tratado

En segundo lugar, Uruguay figura en el puesto 63 del Índice Global de Innovación OMPI (mitad de tabla para abajo) por estar fuera del PCT. Cada uno de los 62 países por encima de Uruguay son miembros del PCT y el próximo no miembro es Pakistán en el 88. Eso es lo que ven los inversores.

En tercer lugar, algunos señalan que falta más “tiempo” para estudiar el PCT. Fue firmado hace más de 50 años. ¿Cuál sería el “tiempo necesario” para estudiarlo? ¿No ha habido tiempo suficiente para hacerlo en las cuatro oportunidades anteriores que el Poder Ejecutivo pidió al Parlamento su aprobación?

Otros hablan de que en este tratado habría posturas “ideológicas”. Sin embargo, en los países que han firmado el TCP están representadas todas las ideologías. Cuba, para no ir más lejos, es signatario del tratado y recibe $1.8 mil millones anuales en regalías por las patentes de su industria biotecnológica.

Otras voces hablan de que el tratado sería un monopolio. En realidad es un "contrato" aprobado por la comunidad internacional. Un número de años de derechos exclusivos y luego divulgarlo al público. Así nacen los genéricos.

En quinto lugar, algunos dicen que el PCT ayuda a las multinacionales. De nuevo, parece raro tantos países apoyándolo. Y además, el 70% de las patentes nacen en PYMES. En México, el 30% de las patentes son de inventores independientes. No hay razón para seguir siendo una suerte de huérfano internacional, en negarse a proteger la creatividad de sus innovadores que, hoy, con un solo trámite pueden registrar sus patentes en cualquiera de los otros 157 países. Hoy en día  200 patentes uruguayas son protegidas a través de un país miembro del PCT que no es Uruguay.

Los primeros 30 o 40 países en los rankings de educación, competitividad, o innovación tienen una mejor calidad de vida. Y ello no es casualidad. Dichos países invierten un porcentaje mayor de su PIB en innovación, incentivan aquellas carreras vinculadas con la economía del conocimiento, fomentan la competitividad tecnológica y no tecnológica  (modelos de negocios, procesos, mercadeo, entre otros) y se insertan en grandes cadenas de valor con un elemento importante de propiedad intelectual (PI). También son quienes tienen políticas de innovación bien fundamentadas y probadas. No hay milagros. Hay coherencia.

Asimismo, esos países tienen más patentes. Si el vínculo desarrollo-patentes no es aceptable ¿por qué China, Corea y Japón registran el 62% de las nuevas solicitudes de patentes en el mundo?. En cambio Uruguay está del otro lado del conocimiento.

Las patentes incentivan la innovación y la creación, lo cual genera bienestar, trabajos bien pagos, nuevas PYMES, inversiones y reinversiones, crea productos que mejoran la calidad de vida y la extiendan, transfiere tecnología y mucho más. También se genera comercio e inversiones.

Hay tanto a favor que cabe preguntarse cuál sería el obstáculo para avanzar en este Tratado y  luego seguir luchando por una inserción internacional que se nos pone cada vez más difícil a nivel del Mercosur, ahora con la posibilidad cierta de que Sergio Massa sea presidente de Argentina. No lo olvidemos: el futuro de Uruguay, con cualquier tipo de gobierno, está en la inserción internacional plena.

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