Se acerca el domingo de Pascua. ¿Ya sabés qué huevo de chocolate van a romper en la mesa este año? Si te animás a ponerte el delantal en esta nota vas a encontrar dos recetas para hacerlos en casa, con más cariño y gastando menos dinero.
Las hermanas Giselle y Celeste Franco heredaron la pasión por la repostería de su abuela Nieves, y en plena crisis de 2001 abrieron la confitería María Franco, un clásico del barrio porteño de Boedo 20 años después.
Entre los huevos artesanales que producen hay de chocolate con leche y amargos, muy pequeños (30 gramos) y gigantes (20 kilos), e incluso una línea de autor elaborada con chocolate belga. En una jornada de trabajo llegan a las 1.000 unidades.
Ingredientes:
Preparación:
Cortar el chocolate lo más chico posible y derretirlo en baño de María. Revolver hasta que quede totalmente derretido y uniforme.
Llenar los moldes: utilizar un pincel y cargarlo con el chocolate previamente derretido, prestando especial atención a los bordes.
Llevar el molde a la heladera hasta que esté completamente solidificado (demora 15 minutos).
Retirar y repetir la operación
Tras retirar de la heladera, desmoldar con sumo cuidado. Es el momento más crítico: se recomienda paciencia y precisión.
Llenar una de las mitades con los confites. Luego, con un conito con chocolate caliente, repartir en el borde el chocolate para luego unir con mucha prolijidad. Dejar secar por unos minutos.
Con glacé real o chocolate caliente, cargar la manga para decorar el huevo.
Ingrediente:
Preparación:
Picar bien finito el chocolate y fundirlo a baño de María.
Hacer el templado: verter 3/4 partes sobre el mármol de la cocina y esparcirlo hasta que quede una capa delgadísima. Luego, juntar todo en el centro con una espátula. Estirar otra vez sobre la mesada hasta que quede una lámina bien finita.
Llevar otra vez a la olla, junto al tercio que esperaba allí en reposo.
Colocar el chocolate en los moldes. Apenas se seca en los costados, darlos vuelta para quitar el excedente.
Llevar a heladera o al freezer.
Desmoldarlos con delicadeza, ponerles el relleno deseado (caramelos, confites, bombones) y sellarlos. ¿Cómo? Derritiendo levemente los bordes de una de las tapas en una placa caliente.
Poner el chocolate excedente del punto 3 en una cinta de acetato y cubrir la unión de las dos tapas, para que se mantengan firmes.
Llevar a la heladera y retirar unas horas antes del consumo, según la temperatura ambiente.
El templado es una técnica de manejo del chocolate para utilizar en moldería.
Se corta en trozos bien pequeños que se colocan en un bol, el cual se sumerge en una olla con agua recién hervida ¡pero con el fuego apagado!
Luego, 3/4 partes se estiran en una mesada de mármol. Atención: nunca de metal, porque se calienta, y la 'gracia' es que el material le transmita el frío al chocolate para bajar su temperatura.
Con una espátula, se va estirando el chocolate hasta armar una capa bien delgada, lista para volver a la cacerola con el 1/4 restante.
Según Asta, "esta técnica permite devolverle firmeza al chocolate porque, al fundirse, la manteca de cacao se derrite y le hace perder estructura. Así, además, el resultado final es brilloso, se despega bien del molde y al cortarlo o morderlo cruje de esa manera tan deliciosa".
El Cronista
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