Bradley Cooper como Leonard Bernstein en Maestro
Nicolás Tabárez

Nicolás Tabárez

Periodista de cultura y espectáculos

Espectáculos y Cultura > CINE Y MÚSICA

No es solo revolear una batuta: Maestro, Tár y cómo llevar a un director de orquesta del escenario al cine

En las últimas dos ediciones de los premios Oscar han estado nominadas películas sobre directores de orquesta, un rol que es muy difícil de interpretar, según los conocedores del rubro
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17 de febrero de 2024 a las 05:00

Sin ser un ámbito masivo ni mucho menos, en los últimos tiempos la figura del director de orquesta ha generado un interés particular a la gente que se encarga de contar historias en Hollywood. En la lista de diez películas nominadas al Oscar de este año, al igual que el año pasado, hay una historia que retrata ese rol. La de este año, Maestro, es sobre una persona real, Leonard Bernstein, uno de los conductores y compositores más famosos del siglo xx, que se movía entre el mundo de la música clásica y los musicales de Broadway sin diferencias.

La del año pasado era una figura ficticia, Lydia Tár, la primera mujer en estar al frente de una de las orquestas más prestigiosas del mundo, la de Berlín. Ficticia, pero con múltiples referencias y conexiones con figuras reales – sin ir más lejos, se la presentaba como discípula de Bernstein – que hicieron que más de uno se confundiera y creyera que Tár era una película biográfica.

A eso se puede sumar, por ejemplo, la serie de Amazon Mozart in the Jungle, protagonizada por Gael García Bernal a lo largo de cuatro temporadas en el rol de un carismático director de una orquesta neoyorquina.

Cate Blanchett como Lydia Tár

Además de sus respectivas nominaciones a Mejor película, los dos filmes mencionados tuvieron a sus protagonistas nominados. Bradley Cooper, que también es director de Maestro, se ha jactado a lo largo de toda su campaña –bastante alevosa– en pos del premio de los años dedicados a aprender los movimientos y manierismos de Bernstein, además de dedicar tiempo a estudiar y aprender dirección de orquesta.

En el caso de Cate Blanchett, que fue nominada por encarnar a Tár, su interpretación es más virtuosa a nivel actoral, pero también le exigió preparación musical y hasta la obligación de aprender alemán para su rol.

Todas estas ficciones plantean a estos personajes como unos obsesos, como personas peculiares, atormentadas y contradictorias. Pero ¿eso tiene un correlato con la realidad?

El periodista cultural y librero Fernando Medina, responsable del programa radial Oír con los ojos, donde la música clásica está muy presente, así como en su columna en el programa Fácil desviarse, considera que cada una a su manera, tanto Tár como Maestro son originales y creíbles en el retrato que hacen de los directores de orquesta que las protagonizan.

Tár se presenta como una ucronía, como una línea de tiempo alternativa donde esta mujer directora, pionera, logra ciertos hitos que en el mundo real hicieron otras personas, y los referencia. Esa forma de plantearse generó incluso la confusión de que era una persona real”, consideró. “Mientras que Maestro, que sí es la historia de alguien real, es recibida como una película biográfica que en realidad no lo es, porque no cuenta su vida, sino más bien su relación con su esposa Felicia Montealegre y el rol de la música en su vida”, explicó Medina.

En ese ánimo comparatorio, el periodista señala que “Maestro es sobre la música, Tár es sobre el poder”, aunque aclara que a su manera, las dos son obras de amor a la música clásica.

Demandante, competitivo y solitario

Maestro

El director de la Banda Sinfónica de Montevideo, el maestro Martín Jorge, explica que lo difícil no es trasladar la música a la pantalla, sino las complejidades del papel del director. “Es un rol muy demandante, competitivo y solitario”, afirmó, y recordó la frase del escritor búlgaro Elías Canetti, ganador del Nóbel, que escribió alguna vez “No hay expresión más ilustrativa del poder que la conducta del director de orquesta”.

En esa línea está el caso de la película sobre la directora ficticia, donde el foco no está tanto en las presentaciones y la ejecución de la música (que por supuesto, son parte de la historia), sino en los debates que estipula sobre el revisionismo histórico, lo políticamente correcto, la cultura de la cancelación, los movimientos feministas, el #MeToo y las diferencias de género, así como los cambios en el nivel de tolerancia con los comportamientos abusivos y las dinámicas de poder extorsivas.

“Si bien plantea por ejemplo la discusión de por qué en las orquestas no hay directoras mujeres, como pasa en esta ficción, o como acá en Montevideo tuvimos a Ligia Amadio en la Filarmónica, al final no lo discute mucho, sino que es más una sátira sobre ciertas posturas progresistas contemporáneas”, argumentó Medina.

En opinión del periodista cultural, lo que Tár refleja bien es el hecho de que los grandes directores del mundo son figuras con mucho poder, y como dice la frase hecha, el poder corrompe. Tentador y peligroso, el empuje que da la autoridad llevó a figuras reales como Arturo Toscanini o Herbert von Karajan, así como lleva a la directora encarnada por Blanchett, a ejercicios despóticos. “Muestra que ocupar el podio de la orquesta es un logro artístico pero también que estar ahí es un ejercicio sociológico”, dijo Medina.

¿Para qué sirve un director de orquesta?

Tár

Gracias a figuras como Karajan o Leopold Stokowski —director de la orquesta de Filadelfia y toda una celebridad en su tiempo; tuvo una aparición icónica en la película Fantasía de Disney, se encarnó a sí mismo en otras ficciones, fue parodiado por los Looney Tunes y hasta sirvió de inspiración al Doc Brown de Volver al futuro—, los directores pasaron a integrarse desde mediados del siglo xx como arquetipos de figuras histriónicas y exitosas.

Así eran también retratados en la ficción, como hombres (siempre hombres) que hacían grandes aspavientos y eran capaces de cambiar la clave de las obras ejecutadas a último momento. Estas nuevas ficciones, sin embargo, se acercan más al rol real, y sobre todo, logran dar en el clavo al representar una de las peculiaridades del puesto.

“Es difícil transmitir la emoción que atraviesa a los directores”, dijo Jorge. “Y los gestos de cada director son muy personales. Es como el iris del ojo o la huella dactilar, es algo que te define. Cuando estudiás, imitás a tus maestros hasta que encontrás tu voz propia”, explicó el director.

En ese sentido, tanto Blanchett como Cooper lo sorprendieron. En el caso de la actriz australiana, “le ves la mano y te das cuenta por los gestos de que dedicó horas y horas a trabajarlo, porque tiene gestos personales. Es muy creíble, me impactó”.

En el caso de su colega, el shock para el director fue “porque imita exacto a Leonard Bernstein en sus movimientos".

"Así como está maquillado para ser muy parecido, sus movimientos son los mismos, es como verlo a él, y eso es muy difícil, porque Bernstein tenía un estilo muy personal y natural, que es difícil de imitar”, dice, y señala como gran ejemplo la escena que recrea su presentación en la catedral de Ely, en el Reino Unido.

Según Medina, la figura del director de orquesta sigue siendo misteriosa tanto para los melómanos como para el público común. No es extraño que alguien se pregunte si son necesarios, si los músicos no podrían ejecutar las piezas por su propia cuenta. Para él, la que mejor logra retratar el rol, no solo por lo que implica el trabajo sino también por las complejidades que tiene, es la película de Cooper.

“Muestra muy bien la pasión que implica el trabajo, que esta gente siente la música como nadie. Porque muestra como los directores exteriorizan cuando dirigen la emoción propia”, consideró.

“Esa preparación que tuvo, más allá de que al final a uno cuando la ve no le importa, muestra un afán de realismo que se agradece. Ilustra que es un trabajo difícil de hacer, donde cada mano hace algo diferente, y donde hay mucha emoción involucrada. Por eso, aunque Tár tiene más música, teorías, contextos como ensayos, clases o entrevistas, y se cruza con las historias de personas reales, en Maestro hay una sensación de pasión por la música que termina quedando”.

Y aunque quien escribe prefiera la primera a la segunda, hay un punto en las palabras de los consultados. Quizás no hay una forma “correcta” de llevar la música a la pantalla, pero transmitir lo pasional es clave. En un video para la revista Wired en la que analiza las versiones de ficción de directores de orquesta, la maestra estadounidense Marin Alsop elogia el papel de Jack Black en Escuela de Rock.

En ese filme, Black encarna a un rockero que se hace pasar por profesor en una escuela privada y termina reclutando a un grupo de adolescentes que tocan música clásica para formar una banda. “Lo que adoro de esta película —dice al mirar un momento en el que el personaje de Black enseña a sus estudiantes a tocar rock— es el entusiasmo de Jack Black. Se muere por compartir su pasión con nosotros. Y creo que ese es el criterio número uno para ser director de orquesta, querer e insistir realmente en compartir la pasión de uno por la música”.

Maestro puede verse en Netflix. Tár está disponible en la plataforma HBO Max.

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