Los baños son la “terra nullius” —tierra de nadie— de los centros educativos. Son esa zona fuera del ojo de los docentes, donde prospera la ley del “más fuerte”, y donde, sin tranca de por medio, varios estudiantes se sienten desprotegidos. Al menos así lo describen algunos de los alumnos.
La cuarta parte de los liceales o alumnos de UTU admite sentirse “poco” o “nada” seguro dentro del baño de la institución de enseñanza a la que asiste. Cinco años atrás esa “sensación de inseguridad” afectada a la quinta parte. Así lo demuestra la nueva edición de las pruebas Aristas, cuyo informe dedica un capítulo entero al deterioro del clima escolar.
Porque si bien hubo un pequeño empeoramiento de la percepción de seguridad en el radio de los liceos y UTU —la inseguridad creció dos puntos porcentuales en la manzana, cuadra y puerta de las instituciones—, sobre todo hubo un agravamiento dentro de los propios centros: en los pasillos (12% se siente inseguro), en los salones de clase (12%), en el patio (14%) y en los baños (24%).
“Una vez me acorralaron para que les diera monedas porque querían comprarse algo en la cantina”, “los de tercero no dejan entrar a los de primero”, “falta papel higiénico y me pidieron que me quitara la remera para limpiarse”, “dos banditas se agarraron a las piñas y rompieron una canilla”. Estas son algunas de las “anécdotas” que recopiló El Observador tras unas breves entrevistas con liceales.
“La sensación de inseguridad en los baños del centro aumenta en todos los contextos socioeconómicos y culturales”, explica el informe del Ineed.
Sin embargo, como acontece con los resultados educativos, en los contextos desfavorables la inseguridad es peor que en los más favorables. Y al igual que los desempeños, los liceos privados (que a su vez están en mejor contexto) tienen menos problemas que en los liceos públicos, que tienen menos dificultades que UTU, la que tiene menos complicaciones que su plan para contexto más rezagado (FPB).
Los resultados del informe del Instituto Nacional de Evaluación Educativa llegan casi un semestre después de que la violencia en los liceos haya elevado la alerta incluso en el Ministerio del Interior.
Al comienzo del año lectivo se dieron peleas, balaceras e incluso irrupciones en las instituciones que llevaron a las autoridades a sospechar que se esté ante un crimen organizado. Aunque luego la evidencia no confirmó tal hipótesis.
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