Cuando pensamos en huevos, son los de la gallina los que se vienen a la cabeza. La imagen del óvulo no fecundado de esta ave, que consumimos desde niños, cobra protagonismo en el Día Mundial del Huevo por sus beneficios nutricionales, solo superado por la leche materna.
Sin embargo, el huevo de las aves presenta multitud de formas y tamaños en función de cada especie. Destaca el de la avestruz (Struthio camelus) con un peso de hasta 1,5 kg –el mayor que se conoce–, y el del colibrí zunzucito (Mellisuga helenae), que con medio gramo es el más pequeño.
En cuanto a la textura, en general todos los cascarones comparten una superficie lisa, salvo excepciones como en el caso de los cormoranes. Pero es sobre todo en los colores con los que cada especie se distingue de las demás, para adaptarse a su entorno y a sus depredadores: blancos, camuflados, con o sin machas, de tonos pardos, brillantes o coloridos, como los del emú (Dromaius novaehollandiae), que son verde oscuros y de un tamaño equivalente al de 10 o 12 huevos de gallina.Infinitamente más pequeños son los huevos de los insectos, aunque su proceso de formación varía en función del grupo al que pertenecen. Existen tres tipos de ovogénesis o creación del huevo, que difiere entre cucarachas, escarabajos, y otros como las moscas, abejas y mariposas.
La cáscara se forma en el aparato reproductor de la madre y el macho la fecunda con su esperma. Una vez formados los embriones, la hembra deposita estratégicamente los huevos en el exterior ya que suelen poseer un apéndice abdominal modificado que se convierte en un órgano adaptado a esta función. Esto les permite insertarlos en lugares difíciles de alcanzar.
De manera general los camufla en el sustrato: en hojarasca, bajo tierra, bajo la corteza, sobre o dentro de las plantas, sobre o dentro de otros animales (en el caso de especies parasitarias como el piojo, en el hospedador), bajo el agua o en lugares que se inundan periódicamente. Las formas varían también mucho. Pueden ser redondos o semicriculares, irregulares, cilíndricos con puntas esféricas o puntiagudas.Si bien es cierto que la reproducción en los peces también se realiza mediante huevos, entre especies el proceso es muy diferente. Pueden ser ovíparos (los huevos son expulsados al agua y la fecundación es externa), vivíparos (la cría nace ya formada y con capacidad para nadar) y ovovivíparos (nacen alevines bien formados en el interior de la madre donde se han desarrollado los huevos), como es el caso de los tiburones ballena (Rhincodon typus), el pez más grande del mundo.
A principios del siglo XX, se había deducido que este animal era vivíparo al encontrar en su oviducto varios huevos. A mediados de siglo se modificó esta hipótesis y se indicó que eran ovíparos. Pero no fue hasta 1996 que se llegó a la conclusión de que eran ovovivíparos al encontrar una hembra en las costas de Taiwán con más de 300 embriones en su interior en diferentes etapas del desarrollo: unos estaban aún en el huevo y otros ya estaban totalmente formados. Lo sorprendente del hallazgo es que todas las crías eran del mismo padre, por lo que los científicos sugieren que las hembras de esta especie almacenan esperma de un solo acto sexual y lo fertilizan con el tiempo.
En general, los peces ovíparos tienden a proteger sus huevos de diferentes maneras, construyendo nidos con burbujas o en objetos flotantes, como es el caso de los peces voladores. Algunos incluso los mantienen en su boca hasta que los alevines eclosionan.
Cien huevos es la media que ponen también las tortugas marinas después de arrastrarse por la arena de la playa, elegir un lugar adecuado, y cavan un nido del tamaño de su cuerpo. Cuando depositan los huevos, el reptil cubre de arena el agujero y lo camufla antes de regresar al mar.
Este proceso se repite varias veces cada dos semanas, por lo que en el periodo de reproducción puede hacer entre tres y ocho nidos y alcanzar los 1.000 huevos. Esta es la manera de asegurarse la supervivencia de la mayor parte de las crías.
Los reptiles pueden ser ovovivíparos u ovíparos. Estos últimos incuban sus huevos en nidos en diferentes lugares: en la tierra en suelos arenosos o arcillosos que actúan como incubadoras naturales, bajo las piedras o en general en sitios alejados de los depredadores.Tampoco las abandona la pitón que se enrosca alrededor de los nidos para controlar la temperatura, pero al ser ectotermo (regula su temperatura corporal en función de la ambiente), no puede incubarlos. Para compensarlo, produce una serie de espasmos o escalofríos en su cuerpo alrededor de la puesta para aumentar la temperatura.
Aunque todos las hembras mamíferos (incluidos los humanos) tienen óvulos para la reproducción, existen cinco especies que pueden poner huevos como las aves o los reptiles. Además de las cuatro especies de equidna –similares a los erizos–, destaca el ornitorrinco (Ornithorhynchus anatinus), que en lugar de dar a luz a crías vivas, pone huevos, generalmente dos, y de pequeño tamaño.
Estos huevos, de cáscara fina y pegajosos, se desarrollan en el útero materno durante 28 días y son incubados durante otros diez en el exterior. Son parecidos al de los reptiles y más redondeados que el de las aves. Al nacer, como le ocurre a muchas otras especies, son muy vulnerables.
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