En este Pícnic! hablemos de amigos, de tiempos, de planes postergados, de conversaciones que aplazamos o disminuimos a la categoría de un audio de Whatsapp sin corazón ni espíritu. Esta semana me olvidé de llamar a una amiga querida por su cumple, lo cual para mí no es grave porque nunca me ofendo si alguien se olvida de mi cumpleaños y porque mis amigos saben que frecuentemente me olvido de sus días de nacimiento, aunque los adoro. Todo esto viene a cuento porque la llamé tardíamente y conversamos, por teléfono (ese aparato en que algunas generaciones invertimos horas y que ahora sirve para mirar hipnotizados imágenes, más que nada) sobre 1) qué estábamos haciendo 2) el viento que no cede 3) la felicidad de un cumple sin complicaciones, solo hamburguesas 3) la felicidad de trabajar como lo estoy haciendo ahora con el viento que refresca el home office y los pájaros de Punta Colorada. Hablamos por teléfono, y eso me hizo el día mejor.
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