La deforestación en la Amazonía brasileña cae a su nivel más bajo desde 2018

Se debe, entre otras razones, a las medidas del gobierno de Lula, quien volvió al poder en enero pasado y que prometió frenar la destrucción de esta selva, tras la degradación forestal durante el mandato de su predecesor, el ultraderechista Jair Bolsonaro.

Ciudad de México abarca alrededor de 1.495 kilómetros cuadrados, por lo que 9.000 kilómetros cuadrados son aproximadamente seis veces el tamaño de la capital mexicana. Esa comparación sirve para tomar dimensión de la deforestación: fueron los  kilómetros cuadrados de la Amazonía brasileña talados en el último año, aun contemplando la disminución mencionada.

Los datos fueron proporcionados por la agencia de investigación espacial brasileña INPE, a través de su programa de monitoreo por satélite Prodes, ofrecen una visión más precisa en comparación con los del sistema de alerta semanal Deter.

Lula hizo un cambio significativo en la política ambiental. Se comprometió con la comunidad internacional a reconstruir el sistema de protección de la selva tropical y frenar la deforestación.

Esta tendencia positiva se mantuvo en los últimos 11 meses, desde que asumió Lula. La disminución es particularmente destacada en medio de la sequía extrema que afecta a grandes áreas de la Amazonia brasileña, secando ríos y permitiendo que los incendios agrícolas se extiendan peligrosamente hacia las selvas tropicales.

Lula presentó recientemente los planes concretos para eliminar la deforestación en la Amazonia para 2030. Estos incluyen medidas como el fortalecimiento de la aplicación de la ley contra los delitos ambientales y el impulso del desarrollo económico sostenible.

“La reducción es directamente resultado del mayor respaldo gubernamental para implementar medidas de control ambiental.”, afirmó en una conferencia de prensa Marina Silva, ministra de Medio Ambiente de Brasil.

En junio de 2023 descendió el 41% en comparación con el mismo mes del año pasado. Para evaluar el año completo faltarán los datos del segundo semestre. Para mantener esta tendencia y terminar el año con datos favorables, en octubre el gobierno lanzó un plan integral que cuenta con leyes respaldatorias.

La oposición hizo cambios en el poder de decisión del Ministerio de Medio Ambiente a cargo de la ambientalista Marina Silva, quien ya había sido parte del primer gobierno de Lula en 2003, aunque luego renunció precisamente por la falta de cumplimiento de muchas medidas propuestas por ella.

El gobierno se comprometió a confiscar la mitad de todas las tierras deforestadas ilegalmente en áreas consideradas oficialmente de “protección ambiental” y que no pueden ser tocadas. También se propuso designar 3.000.000 de nuevas hectáreas como tierras protegidas para 2027 y fortalecer la red de monitoreo ambiental de Brasil.

La protección ambiental cobra mayor importancia en el contexto de las negociaciones del acuerdo comercial entre la Unión Europea y el bloque del Mercosur, del que forma parte Brasil.

La Unión Europea ha presentado nuevos requisitos para los países de Mercosur sobre lucha contra los delitos ambientales, resaltando la importancia de la preservación en estas conversaciones comerciales.

Brasil también se ha acercado a los países vecinos que comparten la Amazonía en el sur de América, con cumbres en las que se abordan medidas para proteger la selva amazónica.

En la primera década del 2000, coincidiendo con el primer Gobierno de Lula (2003-2010), Brasil destacó por sus esfuerzos de conservación, logrando una marcada reducción en la deforestación. No obstante, la llegada de Bolsonaro al poder en 2019 marcó un cambio radical, con políticas que favorecían a la agroindustria, revirtiendo el progreso alcanzado.

Al asumir el cargo, Bolsonaro desmanteló medidas de conservación, redujo fondos para agencias científicas y ambientales, despidió a expertos y abogó por debilitar los derechos de las comunidades indígenas. Estas acciones estaban en línea con el respaldo a la industria agropecuaria.

Entre agosto de 2019 y julio de 2021, más de 34.000 kilómetros cuadrados de la Amazonia desaparecieron, excluyendo las pérdidas por incendios forestales naturales. Esto representó un aumento del 52 % en comparación con los tres años anteriores.

Las consecuencias de la deforestación bajo el gobierno de Bolsonaro han sido severas, dado que se perdió el 17 % de bosque de la Amazonia. En el corazón de Brasil, la Amazonía, desempeña un papel crucial en la batalla contra el cambio climático. La pregunta que surge es: ¿Cuál es la importancia real de la Amazonia en este desafío global?

Cuando las plantas que absorben carbono desaparecen, el cambio climático se agrava. Aquí es donde entra en juego la Amazonía, actuando como un gigantesco dispositivo de almacenamiento de carbono.

Investigaciones lideradas por el científico del sistema terrestre Carlos Nobre y el ya fallecido científico ambiental Thomas Lovejoy sugieren que un 20 % a 25 % de deforestación sería un límite crítico para la Amazonia. Esto desencadenaría una disminución significativa de la lluvia, transformando más de la mitad de la Amazonia en sabana tropical, con la consiguiente pérdida de biodiversidad.

Ya los cambios se ven en los territorios indígenas, en el sur de la Amazonia brasileña, que se ha convertido en una isla rodeada de cultivos de soja y pastizales. Investigadores vinculan la degradación forestal con las sequías persistentes, incendios y prácticas agrícolas.

(Con información de agencias)