Un fotógrafo de la agencia de noticias AFP, Olivier Morin, siguió durante dos semanas el derrotero de un enorme rebaño de renos en su viaje de regreso desde las enormes praderas donde pasan el verano boreal en la zona septentrional de Seglvik hasta Kautokeino, donde van en busca del alimento con el que podrán sortear el invierno.
Para eso, atravesó junto a la manada y los pastores de la comunidad sami que los siguen en motos, a pie o en barcazas, dos glaciares y llegó a los pies del glaciar de Jokelfjord, la única formación de hielo de toda Europa que desemboca en el mar.
Un ganadero sami, Ante Niillas Gaup, de 37 años, inseparable de su perro ovejero, es el encargado de llamar la atención de los renos con un silbato, la señal inequívoca para que el rebaño sepa qué camino tomar y cuál no.
“Claro que, si no quieren caminar, no caminan; ellos hacen lo que quieren y cuando ellos lo quieren”, dice Ante al corresponsal de AFP. “Y especialmente lo determinan en función del caprichoso clima en esta época del año. Su reloj biológico los guía instintivamente la mayor parte del tiempo”, agrega.
Sólo cuando el obstáculo al que se enfrentan es temerario, como escalar una ladera escarpada o pasar por un fiordo, los renos se detienen y esperan la señal de los pastores. Además del silbato de Ante, otros ganaderos sami, desde sus pequeñas embarcaciones a motor, agitan campanillas para mostrarles el camino correcto hasta la otra orilla.
Morin fotografía todo: sobre todo el llamativo momento en que, antes de lanzarse al agua, los renos aprovechan los escasos minutos de descanso para jugar con sus crías o para mirar alertas los bosques que los rodean.
Recién después del “juego”, el rebaño vuelve a agruparse para formar una fila precisa antes de entrar en el agua. No les lleva más de media hora llegar a la otra orilla nadando en una perfecta sincronía y un universo de gruñidos.
Allí, como queda reflejado en las fotos de Morin, comenzará la última parte de la migración: el recorrido hacia las tierras del sur, en Kautokeino, cerca de la frontera finlandesa, donde pasarán el invierno entre los pastizales que les servirán de refugio y de alimento.
(Con información de AFP)
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