Durante los últimos días, Luis Fernando Gonçalves ha sido el peluquero más famoso del mundo. Le gusta ser fotografiado con un pulgar hacia arriba; puede ser el de la mano derecha o el de la izquierda, ya que a ambos les dio protagonismo. Al hacerlo entrar de incógnito a la concentración de la selección chilena en Brasil para que les cortara el pelo, algunos futbolistas trasandinos violaron el protocolo sanitario impuesto en la Copa América. Se expusieron para jugar luego en un estadio vacío. Quien entienda nuestra época, que la explique. Gonçalves exhibió la felicidad propia de un niño cuando el ídolo le acaba de regalar una camiseta autografiada. El sonriente peluquero dijo sin pelos en la lengua tras haber sido atrapado in fraganti: “Me encantó la experiencia de cortarles el pelo. Yo le suelo cortar a Rafael Gava, jugador de Cuiabá, y él le pasó mi contacto a Eduardo Vargas”. El coiffeur brasileño impuso su imagen en el escenario de las evidencias de Instagram, al fotografiarse con Arturo Vidal, a cuya cabellera –por llamarla de alguna manera– le dio los retoques necesarios para que mantuviera sus características mohicanas, y con Gary Medel, cuyo estilo capilar recuerda en mucho al de un estudiante liceal de la década de 1960, cuando la sobriedad era uno de los objetivos de la apariencia, sobre todo tras haber pasado por el sillón giratorio del peluquero.
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