María Noel Domínguez

María Noel Domínguez

Editora de El Observador en Uruguay.

Tendencias > Entrevista

Eduardo Sacheri: “Como lector me molesta que me bajen línea”

El escritor argentino tiene un nuevo libro, Nosotros dos en la tormenta, sobre los años previos a la dictadura
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11 de octubre de 2023 a las 05:03

Nosotros dos en la tormenta es el nuevo libro del escritor argentino Eduardo Sacheri, que ubicado en 1975 refleja la compleja situación que vivía Argentina previo al inicio de la última dictadura de ese país. Pertenecientes a grupos armados diferentes, dos amigos mantienen su ritual de juntarse a conversar mientras que la ola de violencia crece y se lleva puesta a la sociedad entera.

 

En el marco de la presentación en la Feria del Libro, Sacheri conversó con El Observador y esta es parte de la entrevista realizada:

Tomaste un tema complicado de abordar, previo a las elecciones en Argentina.

Lo del momento no es algo buscado. Sí considero que es un tema complicado y espinoso. Y precisamente por eso me llevó cuatro o cinco años de trabajo esta novela. No todo de escritura, pero sí mucha investigación y entrevistas. Salió cuando pudo, cuando estuvo más terminado y yo estuve más o menos conforme. La coyuntura en Argentina es tan cambiante que aspiro a que después se despegue también de este proceso electoral. Capaz que alguien lee la novela en seis meses cuando se van a estar discutiendo otros quilombos diferentes a los que se están discutiendo hoy.

¿Mientras que terminabas El funcionamiento general del mundo ya estaba este en producción?

Lo tenía, sí. Hay algunas novelas en las cuales me puedo apuntalar más en mi propia experiencia biográfica. El funcionamiento general del mundo transcurre en 1983 y me puedo apoyar en mi experiencia adolescente, la escuela, mi propia biografía me apuntala. A veces hay otras novelas que me exigen mucho más laburo de conocer el tema. En el 75 yo tenía 8 años, era un chico. Por supuesto que tengo mis percepciones, mis memorias y las de mi familia, pero no es lo mismo la memoria que la historia. Hay mucho trabajo académico sobre esos años y me pude documentar muy bien, además de hacer las entrevistas.

Los personajes principales pertenecen al Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP) y Montoneros ¿los tenías identificados o los encontraste cuando estabas relevando el material?

Me interesaba que la novela tuviera múltiples puntos de vista, sobre todo dos. Hay una cuestión más técnica. Me interesaba que los protagonistas pudieran hablar de sus percepciones de ese año, de las maneras organizativas diferentes que tenían el ERP y Montoneros. Pero si lo dejaba a que los personajes simplemente lo pensaran, me sonaba como medio expositivo. En cambio, si son dos amigos que están charlando, quedaba natural.

¿Cómo fueron esas entrevistas que mencionabas? Porque no todos los participantes de una guerrilla hacen la misma lectura tantos años después.

En general me encontré con dos grandes posiciones. Tampoco tuve tantos interlocutores, fue un puñadito. Necesitaba que fuera verosímil, pero no es un libro de historia, es una novela. Con esa aclaración me encontré con quienes 50 años después reconocen que se fueron un poco al carajo, ya sea por el lado de la violencia o por el lado del optimismo. Ellos la veían mucho más cerca de lo que en realidad estaba. Y tenés también quienes te dicen que lo volvería hacer, siguen en esa misma sintonía. Lo que sí los vi compartir en general es como una onda de reivindicarse como guerrilleros, es decir reivindicarse con la opción armada que habían tomado.

Porque en Argentina, en lo que va del siglo XXI sobre todo de la mano del kirchnerismo, hay como un lavado de cara, y lo digo muy entre comillas, como una idealización romantizada pero desmilitarizada. Es un recuerdo desmilitarizado. Y es sacarle mucho a esa experiencia. Porque era clave. Te puede gustar, te puede no gustar, podés estar de acuerdo, podés no estar de acuerdo y esto lo pienso más como profesor de Historia. Lo que pasa que los procesos hay que entenderlos no corrigiéndolos a nuestro gusto del presente. Hay una tensión entre el concepto sobre la violencia en esos años y hoy. Capaz que eso es parte de la incomodidad de la novela. Perfecto, hablemos de eso, tengámoslo en cuenta, hablémoslo, pero para evitar la tensión no podemos modificar el pasado. Pero lo que digo en relación a la guerrilla, lo digo en relación a cualquier tema. Creo que es un problema que tenemos en el presente para vincularnos con el pasado y excede totalmente a este tema. Lo incluye pero lo excede. No está bueno, es mejor aproximarnos con todo el respeto. Pero el respeto incluye o tiene que tratar de incluir la comprensión de los momentos, de los contextos, de las opciones, sobre todo si son diferente a las nuestras.

Ahí está al profesor de Historia insistiendo en estudiar el pasado y comprender el presente.

Es que si no, no entendés nada. Y eso me preocupa enormemente en relación al futuro. Porque si no, estás construyendo un relato presente como una especie de presente definitivo y tal cosa no existe. Las cosas que vos valoras de este presente seguramente son diferentes a lo que era en el pasado. Hubo caminos que recorrer y cambios que formular y negociaciones que entablar con cada uno, con los demás, con tus valores de otro momento, y eso te va a volver a pasar en el futuro. Si no te quedás como muy inerme frente al futuro. Si vos considerás al presente como un punto de llegada y le borrás las diferencias del pasado, es una operación peligrosísima. Pero peligrosísima para ver qué vas a hacer. Porque la vida va a seguir cambiando y si no tenés esto claro, todo puede cambiar hacia lugares nefastos. Es más, me parece que ya se está viendo cómo los errores, con las mejores intenciones en las narrativas del presente, generan discursos desquiciados pero que se alimentan justamente, en esos desajustes. Porque el desajuste produce frustración y viene el desquiciado y cosecha esa frustración. Y solo nos horrorizamos. Las almas bellas nos horrorizamos del éxito de los desquiciados pero no entendemos nuestra propia responsabilidad en ese operación nefasta.

La construcción de relato también está de moda también en Uruguay.

Creo que es un fenómeno mundial, una tendencia de época que abarca cualquier temática y todas. No está bueno porque además viene nutrido de las mejores intenciones. 

El libro tiene muchas visiones y el lector va empatizando o no con distintos personajes, pero todos la pasaron mal, algunos sin decidirlo o por decisiones de otros.

Una de las cosas que me interesa en mis novelas es hacer una indagación moral, porque creo que los seres humanos vivimos enfrentando decisiones morales. Y esto de grandes sueños, grandes utopías, grandes explicaciones del presente y del futuro a veces pueden acarrear mucho dolor. Para los mismos que enarbolan esos sueños, para quienes eventualmente son un obstáculo o una herramienta, o un símbolo, o un instrumento en pro de esos sueños. Me interesaba indagar en eso. Pero lo de los puntos de vista, tiene que ver con no bajar yo línea de con quiénes tenés que empatizar. Prefiero dejarlo a tu libre albedrío. Que sea libre en relación a mí, nunca va a ser libre en relación a vos misma. Porque vos tenés tus valores, tus principios, tus ideas, tus cariños, tus distancias y eso va a hacer que entres a la novela por un lado y salgas por otro. Lo que me interesa es invitarte eventualmente a pensar en algo, no a pensar como yo. 

Es que a lo largo de la novela vas cambiando con quién empatizar.

Hasta ahora lo que más me importaba de la novela es que eso funcionara. Y me gusta, no me parece bueno avanzar más allá desde el autor. ¿Yo quién soy? ¿A quién me comí? A veces uno lee ciertas literaturas que hablan desde el pedestal y yo solo quiero leer. Es mi sensación como lector: me molesta que me bajen línea. Cuando pasa eso me rompen el vínculo con lo que estoy leyendo, si siento que me están tratando de manipular. Dejame leer.  Por eso me importaba tanto esta cosa coral de un montón de personajes y un montón de experiencias divergentes en relación a los mismos hechos. Me parece que muchas cosas en el ser humano oscilan, pero creo que hasta los 90 fue un momento más así, durante las primeras dos décadas del siglo XXI de Argentina hubo toda una narrativa muy épica en relación a lo colectivo, pero como nuestros logros colectivos fracasaron estrepitosamente, es casi peor seguir con esa misma narrativa. 

Sobre Nosotros dos en la tormenta

Durante el dramático año 1975, dos jóvenes amigos se involucran en actividades revolucionarias poniendo su vida en peligro.
-Ese es tu problema. No se puede dudar en el medio de una guerra popular, Cabezón.
-A vencer o morir, como dicen ustedes.-¡Más bien que a vencer o morir!-¿Y no pensaste qué pasa si no vencemos? ¿Estás seguro de que preferís morir?-¡No, porque vamos a vencer!-¿Y si no?-¡Si no, nada, porque vamos a vencer, te digo!
Corre 1975 y dos jóvenes integrantes de distintas organizaciones armadas mantienen su amistad de toda la vida reuniéndose como pueden, en los intersticios que les permiten sus actividades revolucionarias. Nosotros dos en la tormenta cuenta el día a día de dos militantes, de dos células, de sus acciones violentas y de aquellos que se ven afectados por estas: las víctimas y sus familias, pero también los seres queridos de los propios guerrilleros. Es la historia del entusiasmo y las dudas, del arrojo y la rivalidad, del encandilamiento que provoca fijar la vista sin descanso en un sol brillante e imperioso, de la dinámica enloquecida de una época turbulenta, donde el tiempo jugará en contra de todos y le abrirá camino al poder de la muerte. Inquietante, conmovedora y cercana, esta novela nos retrotrae a la década del setenta de un modo nuevo: sin esquivar las paradojas y descubriendo a los seres humanos cobijados bajo las banderas de los apasionamientos políticos más extremos.

 

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