Las ciudades al sur del río Negro son las más igualitarias.

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¿Cuáles son las ciudades uruguayas más desiguales? Mirá cómo ranquea tu localidad

Una investigación de la Universidad de la República evidencia las diferencias que se esconden en la interna de las distintas ciudades del país
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08 de agosto de 2023 a las 05:03

A más de 2.000 pies de altura, la ciudad de Tacuarembó parece una mancha de gris asfalto en el norte de Uruguay. A menos de 500 pies, esa misma ciudad deja ver las piscinas detrás de las lujosas casas que miran al bulevar República Argentina, las mansiones del “balneario”, y los techos de lata a mitad de camino. Tacuarembó es, según una reciente tesis de maestría del Programa de Población de la Universidad de la República, la localidad más desigual de Uruguay.

En el país del dicho popular que reza que “naides es más que naides”, las diferencia a veces quedan escondidas. Pero están. Uruguay no cuenta con barrios tan cerrados en que las murallas no dejan ver al otro lado, como aquella que separa a la elitista Fuentes del Pedregal de Popular Santa Teresa en Ciudad de México. Tampoco hay áreas urbanizadas sin veredas porque los ricos solo se movilizan en su auto y apenas caminan, como parte de San José de Costa Rica. Ni siquiera abundan los viajes en helicópteros para que los millonarios obvien el tránsito de los peones, como en parte de San Pablo. Pero los “muros invisibles” están donde menos se piensa.

Treinta y Tres, Melo, Santa Lucía, Lascano y Rosario siguen la misma lógica que Tacuarembó. En el extremo opuesto, Florida, San Carlos, San José, Libertad y Pan de Azúcar están a la cabeza de las ciudades más igualitarias. No son las más ricas, tampoco las más pobres, solo son las que tienen menos diferencia en la interna.

Así lo demostró la investigadora Analía Mariño, quien se propuso entender cómo la expansión de las ciudades convertía a distintos rincones de Uruguay en zonas más o menos igualitarias. Porque la literatura demográfica sostiene que el crecimiento poblacional, cuando implica la extensión de los servicios hacia la periferia de las urbes, aumenta la desigualdad: los que tienen más se diferencian mucho de los que tienen menos.

Pero por una cuestión de escala o por cómo se instala la infraestructura en las ciudades, en Uruguay no se cumple ese axioma. Al menos no pudo comprobar la tesis Desigualdad multidimensional en las ciudades uruguayas. En cambio, sí demostró que hay ciudades uruguayas en que el acceso a la educación, las condiciones de vivienda, los servicios esenciales y los ingresos son más igualitarios, mientras que en otras las diferencias son más acentuadas.

La tesis supuso una discusión teórica que ni los premios Nobel han podido zanjar.

Amartya Sen, galardonado en 1998, decía que la desigualdad se debe "definir más por el acceso al bienestar que por la igualdad de los ingresos". Joseph Stiglitz, quien obtuvo el Nobel dos años después, comentaba que “la desigualdad es una opción política más que una consecuencia económica”.

Mariño plantea distintos escenarios para clasificar a las ciudades uruguayas, siempre definiendo a la ciudad como esa mancha urbanística que a veces se extiende más allá de la definición oficial del Instituto Nacional de Estadísticas. ¿Cuál es el clima educativo de los hogares? O, lo que es lo mismo, el promedio de años de estudio en el hogar. ¿Y el nivel de hacinamiento? ¿Las condiciones materiales de la vivienda? ¿Y las urbanísticas (arbolado, alumbrado, tipo de acera, cunetas)? ¿Con qué equipamiento cuenta el hogar?

De cada una de las dimensiones puede construirse un ranking, una especie de coeficiente de Gini en que la cercanía al cero equivale a más igualdad y la cercanía al uno significa más desigualdad.

Tacuarembó sirve para explicar el concepto. Es la ciudad con más diferencias internas en las condiciones edilicias de las viviendas. Pero, a la vez, es la séptima localidad con peor clima educativo en los hogares; es la novena peor en equipamiento (bienes) de los hogares; es la decimosegunda peor en hacinamiento de los hogares; y es está a mitad de tabla en el arbolado, alumbrado y otros servicios urbanísticos. El balance de todas estas dimensiones sitúa a Tacuarembó a la cabeza de la desigualdad.

En este sentido, el índice de desarrollo humano y las posibilidades de crecimiento económico que ofrecen las distintas localidades suele tener una incidencia bastante directa en la segregación o no de la población. Melo, por ejemplo, es una de las ciudades más desiguales y en buena medida se explica por la escasa oferta laboral de esa ciudad.

Pero luego vienen definiciones más complejas. ¿Qué es más igualitario?: ¿estar muy bien en una dimensión cosa que compense lo mal que se está en otra, o estar más parejo en casi todas? Eso le permitió trazar distintos escenarios que, más allá de leves cambios en la clasificación, siguen demostrando que un puñado de ciudades son más igualitarias que otras se las mida como se las mida.

“Las ciudades que presentan menores niveles de desigualdad, independientemente de los parámetros de aversión a la desigualdad y de sustituibilidad entre atributos, se ubican en departamentos al sur del río Negro”, explica Mariño en su tesis. Sin embargo, aclara la investigadora, “algunas ciudades del sur del río Negro obtienen resultados en materia de desigualdad multidimensional relativamente malos. Esto evidencia la existencia de heterogeneidades territoriales a la interna de los departamentos”.

La tesis también confirma que las ciudades de los departamentos de Maldonado, Flores y Florida suelen tener menos desigualdad. Y, en cambio, las localidades de Rivera y Cerro Largo son más desiguales. Montevideo, en ese sentido, está a mitad de camino.

Salto es uno de los pocos departamentos de Uruguay en que la cantidad de nacimientos sigue superando a los muertos por año. El demógrafo Juan José Calvo explicaba que ese rincón del país es un enigma demográfico: "Es probable que su alta segregación, con una población muy rica y otra muy pobre, se traduzca en una de las zonas con más fecundidad de Uruguay”, dice Calvo. “Si bien el caso merece un estudio en profundidad, como hipótesis de boliche podría pensarse en que Salto existe una mayor predominancia del pensamiento más conservador, sin que suene peyorativo, lo que lleva a un comportamiento reproductivo más parecido al de Uruguay de hace bastantes años atrás”.

La tesis de Mariño abona esa hipótesis. La capital de Salto está situada entre las 15 ciudades más desiguales del país. Todo esto en un país en que la desigualdad es bastante menos acentuada que en otras ciudades de América Latina.

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