El presidente de Kenia, William Ruto, justificó la determinación de su gobierno: “Es una misión por la humanidad en un país arrasado por el colonialismo”.

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Crecen las críticas en Kenia por la decisión de liderar una fuerza de paz a Haití

La oposición y los militares retirados kenianos advierten que la Policía Nacional no está preparada para asumir el riesgo que implica enfrentar bandas criminales en zonas densamente pobladas como en la capital haitiana
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04 de octubre de 2023 a las 16:19

El gobierno de Kenia, país que tiene una larga asociación estratégica con Estados Unidos y participó en diversas misiones internacionales, enfrenta crecientes críticas internas por la decisión de su presidente, William Ruto, de liderar la fuerza para Haití aprobada por el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (ONU) con 13 votos a favor y las abstenciones de Rusia y China.

Desde el año pasado, el primer ministro de Haití, Ariel Henry, y el secretario general de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, habían pedido una fuerza para reducir la creciente crisis de seguridad que azota al país producto de las bandas criminales que se disputan el territorio, provocando masivos desplazamientos de la población e innumerables crímenes.

En julio se produjo un primer avance cuando Kenia se ofreció a dirigir la fuerza de seguridad y a enviar unos mil efectivos al país caribeño a instancias de las negociaciones iniciadas por Washington, ofrecimiento que el gobierno de Ruto encuentra cada vez más difícil de justificar ante las fuertes críticas de la oposición.

Con la luz verde de la ONU, los kenianos asimilan ahora que sus policías pueden estar enfrentados a bandas fuertemente armadas en un país lejano y comienzan a surgir los interrogantes.

“¿Cuál es la misión en Haití?”, planteó Emiliano Kipkorir Tonui, veterano de varias misiones de paz que supervisó contingentes kenianos en Liberia, Timor Oriental y la antigua Yugoslavia, entre otros países. “Los kenianos deben ser informados. Los dirigentes deben responder al pueblo”, dijo el general ya retirado del servicio activo.

El gobierno, sin embargo, está en campaña para defender la intervención, pero no presentó la propuesta ante el Parlamento, un requisito expreso de la Constitución para enviar tropas al exterior. Los legisladores anunciaron que citarán al director de la Policía Nacional, Japhet Koome, y al ministro del Interior, Kithure Kindiki, para tener más detalles.

Ruto afirmó que se trata de “una misión por la humanidad en un país arrasado por el colonialismo”, y el ministro de Relaciones Exteriores, Alfred Mutua, que es “la voluntad de Dios ayudar a los descendientes de esclavos africanos en Haití”. Argumentos poco convincentes para la oposición y los kenianos en general.

Las fuerzas de seguridad de Kenia, principalmente militares, pero también policías, fueron desplegadas por todo el mundo, pero la misión de Haití es “inusualmente riesgosa”, afirmó Murithi Mutiga, director del programa para África del centro de estudios International Crisis Group. “Los desafíos de seguridad en Haití son muy diferentes, ya que hay bandas que operan en áreas densamente pobladas, en asentamientos pobres, que conocen muy bien el terreno y tienen un interés comercial en mantener ese control”, explicó.

Tonui señaló que los policías kenianos “no están entrenados como los militares para leer un mapa, ni en comunicaciones” y que tampoco recibieron entrenamiento “para manejar armas como ametralladoras”, que según el militar retirado serían esenciales para contrarrestar el poder de fuego que exhiben las bandas.

Por su parte, Ekuru Aukot, un político de oposición, calificó como una “misión suicida” el despliegue de la fuerza en Haití.

“No vamos a aceptar que se use sangre keniana para luchar en las puertas de Estados Unidos, que es una de las naciones más poderosas del mundo y sólo para complacer a nuestro presidente”, agregó James Orengo, gobernador del condado de Siaya, muy crítico con Ruto.

Además, varios defensores de los Derechos Humanos que trabajan en Kenia señalaron que la Policía tiene antecedentes de utilizar la fuerza, a veces de forma letal, contra los civiles y que esto supone un riesgo inaceptable en Haití, donde las tropas extranjeras cometieron abusos en el pasado.

Por su parte, el canciller keniano desestimó las preocupaciones de que la misión de Kenia pueda ser precipitada o no deseada, y argumentó que una encuesta mostró que un 80% de los haitianos acogen el despliegue.

Dado los retos a los que se enfrentaron las anteriores operaciones de mantenimiento de la paz en Haití y los riesgos de enviar una fuerza exterior al atolladero actual, fue difícil encontrar un país dispuesto a liderar el esfuerzo.

Según la resolución, la “misión multinacional de apoyo a la seguridad” no perteneciente a la ONU será por “un período inicial de doce meses”, con una revisión a los nueve meses. Su objetivo es “proporcionar apoyo operativo a la Policía haitiana” en su lucha contra las bandas, contribuir a la seguridad de escuelas, puertos, hospitales y aeropuertos, y “mejorar las condiciones de seguridad en Haití”.

El proyecto, no obstante, no especifica el tamaño de la misión, aunque las discusiones giraron en torno a una fuerza de unos 2.000 efectivos. Estados Unidos, que se mostró dispuesto a proporcionar apoyo logístico, pero no a desplegar tropas sobre el terreno, indicó el mes pasado que otros países estaban dispuestos a contribuir a una fuerza de seguridad multinacional, entre ellos Jamaica, Bahamas y Antigua y Barbuda.

Según algunos observadores independientes, Kenia se beneficiará enviando sus fuerzas a Puerto Príncipe. La lectura señala que, en el escenario global, enviar sus fuerzas le daría un capital político muy importante. A los ojos del mundo, el país se mostraría como un aliado confiable, que está dispuesto a ayudar a otros países.

Los expertos, además, señalan que el país recibirá capacitación y equipos especializados antes de enviar efectivos. Las tropas también recibirán un subsidio adicional, lo que despierta el interés por parte de los oficiales en participar del despliegue en el extranjero.

La Casa Blanca, en tanto, expresó su “gratitud” a Kenia por asumir el liderazgo de la misión ajena a la ONU, que se financiará con contribuciones voluntarias, contexto en el que Estados Unidos prometió hasta US$ 200 millones.

 

(Con información de agencias)

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