"Como médicos que asistimos niños nuestro deber es con las familias (...) No estamos haciendo ninguna actitud prohibicionista. Hacemos un llamado de atención", expresó Prego.
En los festejos de
Navidad y fin de año pasados, los fuegos artificiales y la pirotecnia tuvieron consecuencias más graves que las de costumbre. Al menos seis niños presentaron lesiones de gravedad por el manejo de estos elementos que provocaron la amputación de dedos de las manos, según registros del Comité de prevención de lesiones no intencionales de la Sociedad Uruguaya de Pediatría (SUP).
La situación llamó la atención de los médicos dado que en los últimos años se veía una disminución progresiva en las lesiones por uso de pirotecnia, dijo a El Observador el director del comité, Javier Prego.
"Siempre el uso de pirotecnia y fuego puede generar lesiones. Hace una década atrás veíamos lesiones graves, pero la situación estaba mejorando de manera progresiva", expresó.
En todos los casos, el origen de la explosión se remitió a un mismo elemento: un "mega petardo" o "súper bomba" que se vende en el mercado bajo diversos nombres. Este consiste en una especie de bomba que se apoya en el suelo y debe encenderse desde una mecha, detalló Prego.
Al no poder prender el elemento en el suelo, los jóvenes optaron por tomar el dispositivo con una mano y encenderlo con la otra. Pero luego de prender la mecha, la bomba detonó de inmediato, sin dar tiempo para soltar el dispositivo.
"Incluso cirujanos plásticos convocados estaban muy preocupados porque veían que pacientes iban a quedar con problemas definitivos", agregó el directivo. Además de las amputaciones y cirugías, los seis menores quedaron con secuelas estética, funcionales, problemas anatómicos y psicológicos.
Retroceso
En 2012, la SUP realizó un estudio en distintos servicios de Emergencia Pediátrica del Hospital Pereira Rossell y de otras mutualistas privadas y pre hospitalarias, sobre las lesiones causadas por fuegos artificiales. La investigación reveló que la mayoría de las quemaduras fueron superficiales en la zona de manos y ojos. Además, que el producto incendiario no había sido comprado sino realizado por los
niños y jóvenes de manera casera.
Pero lo ocurrido en las fiestas pasadas cambió radicalmente el panorama. Las lesiones no solo son más graves, sino que además el explosivo es un producto comercial, por lo que debería estar regulado y habilitado.
Según Prego, este artefacto también habría afectado personas adultas, pero desde la SUP se desconoce la totalidad de lesionados ya que solo atienden a menores. Aun así, desde el comité advierten sobre este punto ya que podría significar que las lesiones no solo se deban a un descuido y falta de supervisión, sino también a alguna falla del propio producto.