El lagarto avanza. Fluye con cada movimiento y exhibe su soberbia perfección. De repente, aparece el gorila y se desplaza de un lado al otro presumiendo su fuerza bestial. Algunas secuencias después, el protagonista es el escorpión. Está en su máximo esplendor. Hasta que llega la rana, que salta y parece que jugara. Fluye. Todos fluyen de forma armónica.
Lo anterior no es un fragmento de un documental de National Geographic en español neutro. Tampoco es producto de una alucinación ni es un relato de un libro infantil. Es una descripción de lo que puede llegar a ver en los próximos meses en algún parque de su barrio, en la playa o en la rambla montevideana. Quizá ya lo vio en las redes sociales. Porque en el mundo, cada vez son más. Se trata del Animal Flow.
“Es un sistema de entrenamiento que consiste en combinar diferentes movimientos animales usando únicamente nuestro cuerpo sin ningún elemento extra, generando entrenamientos dinámicos y duros, pero divertidos”. Así lo explica el licenciado en Educación Física Sebastián Ibarra, que es uno de los pocos instructores de Animal Flow en Uruguay. Y los docentes certificados en este país se cuentan con los dedos de una mano, en parte, porque se trata de un programa de entrenamiento joven, que fue patentado hace una década por el estadounidense Mike Fitch. De todas formas, en Instagram abundan los videos con demostraciones de este entrenamiento. Y aunque todavía es imposible predecir qué sucederá en Uruguay, la disciplina que propone jugar a ser un animal mientras se ejercita acumula cada vez más adeptos alrededor del mundo.
Ibarra, que da clases en Punta del Este, contó que en los últimos meses recibió varias consultas de personas que quieren aproximarse al Animal Flow: “De cierto modo, se está generando otra conciencia hoy en día sobre la manera en la que entrenamos y nos movemos. La gente está buscando entrenamientos más integrales, enfocados al desarrollo del cuerpo, la mente y las emociones”. El sistema patentado por Fitch apunta, justamente, a esa integralidad.
Leonides López –preparador físico y entrenador personal– definió al Animal Flow como un“entrenamiento consciente”, que “te obliga a vivir el momento presente”. En la misma línea, Ibarra sostiene que más allá de los beneficios estéticos y deportivos que se puedan obtener, el Animal Flow busca un “desarrollo holístico”.
A priori, si ve a un deportista practicando Animal Flow puede pensar que es sencillo. Pero solo con intentar imitar alguna de sus posturas notará su complejidad, y sabrá que para llegar a la fluidez de los movimientos debe haber mucha práctica detrás. También se requiere de una gran concentración y técnica. Es importante que lo guíe un profesional, porque un movimiento mal realizado puede derivar en una lesión innecesaria. No alcanza con mirar videos en YouTube y luego replicar. Además, no es para todos.
“Es un entrenamiento duro, hay que tener en cuenta las progresiones, regresiones y el nivel individual de cada alumno”, afirma Ibarra. El instructor cuenta que una de las principales dificultades de algunos de sus alumnos es que les cuesta soportar el peso corporal con las manos y eso les genera dolor en las muñecas. Porque se trata de personas que trabajaban su fuerza de brazos en cadena abierta (sin apoyos en el piso). Por eso explica que un buen trabajo preventivo es el de movilidad y fortalecimiento de las muñecas.
Por otro lado, López advierte que en personas que tienen demasiado sobrepeso el Animal Flow no es recomendable. Porque primero deberían trabajar en la preparación física –trabajando su resistencia y fuerza– y en una planificación nutricional que apunte a bajar de peso. A su vez, indicó que en personas que padecen lesiones se debe analizar si corresponde o no que practiquen esta modalidad. En su caso, el Animal Flow fue “recuperador”.
López tiene una lesión en la columna vertebral que hace algunos años le impidió jugar al rugby (deporte que practica) por un tiempo. Hasta que en 2016 descubrió la existencia del Animal Flow y se enteró que la selección de rugby de Australia utilizaba este entrenamiento como calentamiento. El deportista comenzó a incursionar en esta disciplina y logró una buena recuperación, dice que también logró fortalecer su faja abdominal. Y al año pudo volver a la cancha.
Desarrollar la fuerza tiene múltiples beneficios que van desde el aumento del metabolismo basal y la masa muscular, hasta la prevención de lesiones y el mejoramiento de la salud mental. No hay vuelta, para mejorar la calidad de vida, es necesario trabajar esta capacidad física. Pero esto no tiene que ser sinónimo de tener que someterse a sesiones con abundante kilaje de pesas, algo que puede resultarle aburrido a varios. En este sentido, el Animal Flow es una alternativa lúdica y desafiante para los que quieran mejorar su fuerza.
Otros de los beneficios que se pueden obtener al practicarlo son la mejora en la movilidad, la resistencia, la potencia, la flexibilidad y la coordinación. Ibarra agregó que este entrenamiento genera mayor conciencia corporal. “A veces la gente subestima este tipo de movimientos hasta que lo experimenta”, expresó.
Otro punto fuerte del Animal Flow, que tiene que ver con la idea de “ejercicio consciente” que destacó López, es la forma en la que se trabaja la respiración. Se debe exhalar cuando se está en movimiento e inhalar al llegar llegar a un punto de flexión.
Para el entrenador, el Animal Flow es una vía de escape al ruido del afuera, a la vorágine de la rutina diaria y a las preocupaciones. Sus clases son una invitación a desenchufarse por un rato, reducir el estrés y conectarse con uno mismo.
No se llega a la armonía y fluidez de movimientos si no existe antes un conocimiento de la técnica y constancia en la práctica. Ibarra explicó que a ese “flow” es a lo que se aspira a llegar después de muchísimo entrenamiento. Además, esta disciplina se basa en una variedad de movimientos y combinaciones que se agrupan en seis elementos, y la fluidez es el sexto de ellos. La idea de este sistema es lograr la unificación de todos ellos.
El primero de esos componentes es sencillo, pero fundamental. Se trata de la movilidad de muñecas, que suele utilizarse siempre a modo de calentamiento al comienzo de una sesión de Animal Flow. Luego vienen las activaciones, que se suelen realizar en dos posiciones: la bestia (de a cuatro patas, subiendo y bajando la espina dorsal) y el cangrejo (pies apoyados en el piso, rodillas flexionadas, cadera a pocos centímetros del suelo y palmas de las manos apoyadas hacia atrás).
En tercer lugar están los estiramientos específicos de cuerpo completo que arrancan en posición base de animal y luego se mueven en determinados rangos. Sirven para mejorar la movilidad, la flexibilidad y la estabilidad.
Los desplazamientos son el cuarto componente y representan, según se indica en el sitio oficial del Animal Flow, “la forma en la que imitamos a los animales para mejorar la función del animal humano”. Acá se realizan los movimientos de mono, bestia y cangrejo, junto con sus variaciones.
En el quinto elemento comienza la acción fuerte. Se trata de los llamados interruptores y transiciones, que son movimientos dinámicos con patadas, aleteos y desplazamientos de animales que se pueden combinar de formas infinitas. Los cuatro movimientos básicos son los underswitch (giros sobre el eje del cuerpo apoyando una mano), side kickthrough (patada lateral), scorpion (con pierna elevada) y front kickthrough (con una especie de patada lateral al piso hacia adelante). Y por último, es que está el tan deseado flow. Una vez que se dominan todos esos elementos, la posibilidad de crear y combinar es infinita.
De cierto modo, el boom de esta disciplina en distintos rincones del universo fitness demuestra que la evolución de la actividad física no siempre va de la mano de lo tecnológico y que tampoco necesita de artículos costosos. Cada tanto, las tendencias se vuelcan hacia corrientes que proponen conectar con la naturaleza y con el cuerpo, despojándose de todo ruido externo.
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