Al ritmo de las criptas

Los juegos de mazmorras en 8 bits necesitaban algo y es algo era Crypt of the Necrodancer. Algo tan simple pero tan complicado como seguir el ritmo de la música puede hacer que un jugador ame el juego o largue teclado, mouse, joystick y monitor por la ventana.

Cadence, la heroína, decide buscar a su padre, un famoso cazador de tesoros. Durante su búsqueda cae dentro de una fosa que la lleva a una serie de pasadizos subterráneos controlados por el Necrodancer (¿Necrobailarín?), una especie de Drácula que roba su corazón y cuya obsesión es el ritmo.

El jugador debe avanzar por esos pasadizos, derrotando a todos los enemigos que avanzan a su ritmo. El juego se compone de cuatro zonas, cada una de las cuales tiene cuatro niveles y un jefe al final que personifica un estilo musical diferente.


El desafío de Crypt of the Necrodancer se encuentra en que el jugador se debe ir adaptando al ritmo de las distintas canciones que van cambiando a medida que se pasa de nivel, pero también encontrar el patrón de movimiento de cada una de las criaturas subterráneas. Además, algunas trampas en lugares inimaginables pueden hacer que el ritmo se acelere y enlentezca repentinamente al pararse sobre ellas.

Lo brillante de este juego es su premisa tan simple pero difícil, que pondrá en evidencia a varios individuos que creían dominar la pista de baile.

Por otro lado, el soundtrack es una pieza de arte creada por Danny Baranowsky. Con un estilo electrónico, el juego integra géneros como el dubstep, el pop, el heavy metal y hasta la conga. Por esto recibió una
mención honorífica en los premios para desarrolladores de este año, por innovación y mejor audio.

Y, para coronar la jugabilidad, Crypt of the Necrodancer ofrece la posibilidad de utilizar como control un dance pad, esas alfombras con flechas que venían con juegos de baile como el Dance Revolution o el Just Dance.

Un juego obligatorio para todos aquellos nostálgicos de los 8 bits.