En 2011 la empresa de investigación espacial NanoRacks y la destilería escocesa Ardbeg enviaron a la Estación Espacial Internacional varias muestras de whisky y dejaron otras idénticas en la Tierra. La idea era que, luego de varios años, se pudiera comparar las muestras para descubrir cómo afectaba la microgravedad a esta bebida alcohólica.
El experimento, ya finalizado, esperó tres años para traer las muestras que se encontraban en la Estación Espacial Internacional.Una vez de regreso en la Tierra, se hicieron las catas para probar su sabor y los resultados obtenidos fueron sorprendentes.
Las diferencias más claras fueron tanto en aroma como en sabor. Las muestras del espacio eran más intensas con "toques" a menta, pescado, anís, canela, caucho, humo antiséptico, entre otras cosas.
Por lo tanto, está claro que para disfrutar de un buen whisky no se pueden despegar los pies de la tierra.
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