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Luz, smartphone, acción

Los teléfonos inteligentes son tan potentes como para filmar películas enteras y varios directores ya los usaron. Para el cineasta amateur o profesional, estas experiencias y consejos pueden motivarlo a rodar
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16 de noviembre de 2013 a las 05:00
Se ha dicho hasta la saciedad que las tecnologías digitales han democratizado la creatividad hasta niveles nunca antes vistos. Hoy es posible tener en el bolsillo dispositivos que permiten escribir, dibujar, fotografiar, filmar o editar en pocos segundos y que, por estar conectados a internet, dan la opción de hacer llegar las creaciones a todo el mundo.

A raíz de esto, diversas industrias culturales están sufriendo un gran cambio. Para no ahogarse, deben aprender a nadar de una nueva manera. Esto es lo que le está sucediendo al cine, que debe lidiar con creativos de bajo presupuesto que con una buena idea, un teléfono inteligente y alguna aplicación extra pueden filmar una obra maestra a la altura de las grandes producciones cinematográficas.

El ojo que todo lo ve


En películas como Holocausto caníbal o Proyecto Blair Witch, la historia se construye a partir de filmaciones encontradas. El llamado foundfootage (metraje encontrado) ya es un género en sí mismo y está marcado por mostrar grabaciones aparentemente caseras.

Hace unos años, para dar este efecto había que encontrar una excusa para justificar la presencia de una cámara, pero ahora que la mayoría tiene una de buena calidad en el celular, ya no es necesario. De esto se aprovecha con bastante tino Hooked Up, el primer largometraje del español Pablo Larcuen, que se presentó a mediados de octubre en el Festival Internacional de Cine Fantástico de Sitges.

La película, filmada íntegramente con un iPhone 4S, cuenta la historia de dos estadounidenses que viajan a Barcelona para que uno de ellos se olvide de su exnovia. Desde los preparativos del viaje deciden filmar todo el periplo y, una vez en la ciudad, retratan con todo detalle una noche de diversión descerebrada donde conocen a dos chicas con las que supuestamente terminarán teniendo sexo. Las cosas se tuercen –y la acción empieza– cuando los chicos descubren que una de ellas quiere torturarlos y asesinarlos.
Queríamos contar una historia desde el punto de vista de dos personajes simultáneamente, teniendo una cámara que fuera subjetiva y que fuera cambiando de un personaje a otro”, dijo una de las productoras de Hooked Up

Hooked Up es una película española de terror con un argumento que no es nada del otro mundo, pero que resulta efectivo para su objetivo (dar miedo), y en la que el uso del iPhone logra con éxito la ilusión de cercanía. Tal como explicó en una charla durante el festival una de las productoras del filme, Emi Fort, “queríamos contar una historia desde el punto de vista de dos personajes simultáneamente, teniendo una cámara que fuera subjetiva y que fuera cambiando de un personaje a otro”.

Pero más allá del uso del smartphone como recurso narrativo, lo que ha demostrado la inventiva de un equipo que ya había ganado varios premios con sus dos cortometrajes anteriores, es que ahora, si se quiere, se puede. Con un presupuesto de US$ 19 mil, un monto muy bajo para cualquier película (y ridículo en comparación con los US$ 100 millones de Gravity, por ejemplo), el joven director de 27 años creó un producto de calidad que se ha ganado un lugar en varios festivales internacionales.

Secretos de rodar con iPhone


Con muy pocos fondos, el equipo de Hooked Up logró rodar una película de calidad. Según afirmó el director de fotografía, Daniel Fernández Abelló, filmar con un iPhone cambia con relación a usar una cámara tradicional porque un smartphone es muy ligero, lo cual repercute mucho en cuánto se mueve al grabar. Por ello usaron un trípode Bubo de la marca Owle, una compañía especializada en este tipo de gadgets.

Por otro lado, Fort explicó que para rodar Hooked Up podrían haber usado cualquier otro tipo de videocámara pequeña, pero eligieron el iPhone por la movilidad de 360º que ofrece. Sin embargo, en muchos casos el lente fotográfico que trae por defecto no lograba el resultado deseado, así que usaron varios tipos de lentes especialmente diseñadas para el dispositivo. iProlens es una buena marca para este tipo de ópticos.

El iPhone es un teléfono, no una cámara profesional de video. Su batería se agota rápidamente cuando se filma y la capacidad de procesamiento baja cuando se ha almacenado mucho material. Por ello, durante el rodaje se utilizaron tres teléfonos de Apple: uno perteneciente a Fernández Arbelló, otro al director de arte y el tercero a uno de los actores. Los aparatos estaban cargándose permanentemente.

Como detalló la mencionada productora de la película, “el iPhone no está preparado para hacer tomas tan largas como las que aparecen en la película, y a veces el sonido y la imagen se desacompasaban, con lo cual luego debían ser rectificados”. Para solucionar este problema utilizaron Filmic Pro, una aplicación que entre otras funciones ayuda a estabilizar la velocidad.

A esta dificultad, se unió la de cómo hacer para que el director pudiera ver en tiempo real lo que se estaba filmando. Una de las ventajas del iPhone es que funciona sin cables, pero esto también puede convertirse en una dificultad a la hora de trasmitir información. Para solucionar este problema se usó una Apple TV, que, conectada por Wi-Fi y gracias a su programa AirPlay, permite mostrar en HD lo que está sucediendo en otros dispositivos de la marca.

Primeras experiencias


En 2011 se presentaron los primeros filmes rodados íntegramente con teléfonos celulares.

Chan-wook Park, director surcoreano famoso por la película Oldboy, rodó Paranmanjang usando solamente un iPhone 4. “¿Hay algo que pueda hacer que ningún otro gran director haya hecho todavía?”, se preguntaba el cineasta en un video promocional del corto, también filmado con un smartphone. Park se respondía: “¡Ah, crear una película filmada con el iPhone!”.

Este extraño filme, ganador del Oso de Oro al mejor cortometraje en la Berlinale de 2011, cuenta cómo un pescador encuentra a una mujer ahogada que vuelve a la vida, para luego dar un giro y mostrar otro escenario donde ella es una sacerdotisa chamán en el ritual funerario de un hombre que se ahogó en un río. El ahogado habla a sus familiares a través de ella para pedirles perdón. En este caso, la producción costó US$ 130 mil y el uso que se hace del smartphone de Apple es el mismo que se le daría a una cámara convencional.

Aunque hay cierta confusión acerca de cuál fue el primer largometraje rodado con un teléfono inteligente, todo parece apuntar a que el título lo tiene Olive (2011), la ópera prima del estadounidense Hooman Khalili que cuenta cómo una niña muda transforma la vida de tres personas.
¿Hay algo que pueda hacer que ningún otro gran director haya hecho todavía? ¡Ah, crear una película filmada con el iPhone!”, dijo el director surcoreano Chan-woo Park

La película fue rodada con un Nokia N8 que tuvo que ser modificado para bloquear el autozoom de la cámara y al cual se le incorporaron varios lentes de cámara tradicional. Olive costó unos US$?500 mil y fue parcialmente financiada por el exejecutivo de Facebook Chris Kelly. En aquel entonces, había dicho que el cine “ya no será algo de unos pocos grandes estudios que controlan la industria. Ahora cualquiera puede crear contenido de calidad hollywoodiense por una fracción del precio”.

Por otro lado, la canadiense Happy Slapping, rodada también en 2011, se autodefine como el primer largometraje hecho con iPhone y, al contrario que en la película estadounidense, en este caso el medio forma parte intrínseca del mensaje. El happy slapping (“cachetadas felices”) es una práctica que se puso de moda en algunos países a principios de esta década y que consiste en ejercer violencia callejera, grabarla con el celular y subirla a internet.

Este filme toma el concepto y el título de esta forma de vandalismo para contar la historia de cinco jóvenes suburbanos que quieren convertirse en celebridades de internet filmando sus happy slappings, lo cual en un momento se les termina yendo de las manos. La innovación que introduce esta película, que tuvo un presupuesto de US$?250 mil, es que gracias al iPhone cada uno de los actores fue también su propio camarógrafo.

Por su parte, el documental Searching for Sugar Man se convirtió en la primera película rodada parcialmente con un smartphone que ganó un Oscar. En este caso, el uso de un iPhone fue más por necesidad que por elección: cuando aún faltaban varias escenas importantes por rodar, la producción del documental se quedó sin dinero, de modo que no podían seguir filmando con película Super 8 tal como habían estado haciendo. En medio de la desesperación, descargaron una aplicación llamada 8mm Vintage Camera y se dieron cuenta de que era “básicamente lo mismo”, según afirmó el director. Los cambios entre los soportes son imperceptibles para el espectador no profesional.

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