No hace falta ser el fabricante o financiar un satélite para comunicarse con él. Tampoco es necesario ser ingeniero. Para decirle algo y que este conteste desde el espacio hay que ser un radioaficionado.
Si un satélite utiliza una frecuencia de radio asignada al servicio de radioaficionados, este grupo de gente, que supera los tres millones en todo el mundo, pueden tener línea directa con él. Estas frecuencias son públicas, internacionales y gratuitas, y permiten a los radioaficionados descargar la telemetría del satélite, algo así como el estado de salud del mismo.
Esto es lo que están haciendo radioaficionados “sateliteros” uruguayos y de todo el mundo con el Antel-SAT, el primer objeto espacial nacional,
en órbita desde hace dos semanas.
En el futuro, los radioaficionados podrán utilizar al Antel-SAT como un repetidor de un paquete de datos (por ejemplo, para enviar un mensaje a otras estaciones terrenas) e incluso darle instrucciones a distancia. Estas últimas se llaman telecomandos y permiten, por ejemplo, que un radioaficionado dentro de la órbita de alcance del satélite le ordene que saque una foto a color y se la envíe.
Todo esto explica la emoción de los radioaficionados uruguayos, como los socios de
El Radio Club Uruguayo Carlos Martínez y Horacio Rasetti, quienes por primera vez pudieron "escuchar" a un satélite celeste (
ver video).
De las aplicaciones concretas del Antel-SAT y de lo que significa este proyecto sin precedentes para el país trata el informe central del suplemento
#Cromo de este sábado, que se publica gratis con
El Observador.