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Los refugios de animales no siempre son una buena iniciativa

Cuando estas organizaciones no sacrifican a los gatos y perros no adoptados, suelen acumularse, vivir mal y morir encerrados. Entonces, ¿no sería mejor sacrificarlos?
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20 de mayo de 2014 a las 15:16
En la década de 1870, la ciudad de Nueva York desarrolló una horrible solución para el problema de los perros callejeros: encerró decenas de perros en una jaula de hierro enorme y los sumergió en el Río Este. El mecanismo de capturar y ahogar a los animales se repitió hasta que la población estuvo bajo control.

Nadie objetó. Los perros callejeros eran peligrosos y propagaban enfermedades. La idea de refugios donde los animales reciben cuidado hasta que son adoptados o mueren de forma natural hubiera sido incomprensible. Hoy, la proporción es inversa. Según una encuesta realizada en Estados Unidos, 70% de las personas creen que los perros sin hogar, a menos que tengan una enfermedad incurable o sean irremediablemente agresivos, tienen que ser cuidados de por vida.

Este cambio en la opinión pública parece una victoria para los animales, pero la cuestión no es tan simple. El movimiento en pro de los refugios que no matan a las mascotas divide a las protectoras. Sus defensores piensan que esto es un gran paso para reconocer el estatus moral de los animales no humanos. Sus detractores, incluyendo la organización Personas por el Trato Ético de los Animales (PETA), afirman que estos refugios terminan manteniendo a los bichos en malas condiciones.

Una historia violenta


La situación de los refugios de animales ha sido siempre caótica. Están los refugios municipales (mantenidos por los contribuyentes), los de sociedades humanitarias (financiadas por donantes) y algunos independientes iniciados por personas con grandes patios. Hasta hace poco, todos ellos mataban para hacer espacio para los animales más nuevos y con mayores oportunidades de ser adoptados.

A fines de la década de 1980, el activista Ed Duvin escribió un ensayo titulado En nombre de la misericordia, donde instauró el ideal de refugios que no matan a los animales. Muchas organizaciones se subieron al carro, pero la mayoría sigue practicando la eutanasia para el 50% o más de los animales que aceptan. Los municipales son un ejemplo, ya que estos tienen la obligación por ley de aceptar todos los animales que reciben. Por el contrario, hay pocos lineamientos sobre cuándo y cómo matar a los animales. Es una decisión tomada caso a caso por los veterinarios y directores de refugios.

No matar es una idea atractiva. Pero antes de condenar a los refugios estadounidenses como bárbaros, es importante mirar a países como India, que prohíbe la eutanasia de perros callejeros. Esos animales, que ascienden a 25 millones, viven en condiciones deplorables: están demacrados, enfermos, sobreviviendo en la basura y en constante conflicto con los humanos.

India además sufre de 20.000 muertes por rabia anuales, lo que representa más del 35% de las muertes globales por dicha enfermedad. Por el contrario, los perros callejeros son extremadamente raros en Estados Unidos y solo uno o dos americanos mueren anualmente por rabia, siempre transmitida por animales salvajes.

¿Vivir mal o morir rápido?


El debate entre los defensores y detractores de los refugios que no matan a los animales se reduce a la pregunta: ¿qué tipo de vida se le puede dar a los animales que llegan a esos lugares? ¿Es mejor esa vida que una muerte rápida?

Nathan Winograd, director del Centro Defensor del No a la Muerte, considera que es posible darle un buen hogar a cada animal de refugio. Unos 4 millones de perros y gatos son sacrificados en refugios cada año en Estados Unidos. Un millón de ellos, incluyendo los gatos salvajes, animales con enfermedades terminales y perros violentos, no pueden ser adoptados. Eso reduce la cantidad de bichos que esperan un hogar a 3 millones.

En base a una cantidad de encuestas, Winograd estima que, en Estados Unidos, entre 9 y 23 millones de familias buscan una mascota nueva cada año. Dado que tres cuartos de ellos no tienen decidido dónde conseguir al nuevo animal de compañía, los refugios solo tendrían que convencer a la mitad o menos de los indecisos de que adopten en vez de comprar uno de raza en una tienda.

Este objetivo es alcanzable si se mejora el marketing, opina Winograd. "La mayoría de la gente que maneja los refugios de animales tienen la creatividad e imaginación de una roca", dice Gary Francione, profesor de derecho en la Universidad de Rutgers y coautor del libro Come como si te importara: Un análisis de la moralidad de comer animales.
Los defensores de los refugios sin eutanasia creen que cualquier persona que ame a los animales puede dirigir un refugio, pero el mal manejo de estas organizaciones lleva a la acumulación, a las malas adopciones y a las muertes en las jaulas", dijo Daphna Nachminovitch de PETA

Pero las estadísticas no impresionan a PETA. "Los animales no son números", afirma Daphna Nachminovitch, la vicepresidenta de investigaciones sobre crueldad de la organización. "La adopción puede ser mucho peor que la eutanasia", agregó.

Las tácticas usadas por los refugios que no matan a los animales, como las adopciones gratuitas, pueden ser parcialmente responsables del efecto boomerang, es decir, el regreso de las mascotas a las calles. "Cuidar a los animales cuesta dinero y el pago por la adopción, incluso en cantidades figurativas, es un gesto de compromiso", dice Nachminovitch.

Además, las condiciones en algunos refugios que no practican la eutanasia son muy malas. "Si no sacrificás a los animales debido a la superpoblación, se pelean", dice Nachminovitch. Y agrega: "Se lastiman y se matan entre ellos. Caminan alrededor de la jaula, dejan de comer, se enferman y finalmente mueren. Esa es la realidad".

Para Nachminovitch, los defensores de los refugios sin eutanasia "creen que cualquier persona que ame a los animales puede dirigir un refugio, pero el mal manejo de estas organizaciones lleva a la acumulación, a las malas adopciones y a las muertes en las jaulas".

La postura de no matar a los animales es admirable, pero solo funciona cuando la comunidad está dispuesta a apoyar estas iniciativas con tiempo y dinero, así como a abrir sus hogares a animales abandonados. Si eso no sucede, los refugios que no sacrifican se pueden convertir en lugares muy peligrosos. Al no poder garantizar un buen hogar, ¿es correcto mantener al animal en una jaula o es mejor darle una muerte rápida? Supongo que solo un perro podría responder esta pregunta.

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