Subir a internet fotos sexuales explícitas o posando de forma sugerente no es en absoluto recomendable, incluso si esas imágenes se publican en redes sociales, se envían por mensaje o por correo electrónico a un único destinatario. Es que esas fotos o videos, que niños y jóvenes suelen publicar sin pensar en las posibles consecuencias a futuro, son el blanco preferido de sitios web porno "parásitos".
Según un estudio realizado por la Fundación de Vigilancia en Internet (IWF, por sus siglas en inglés), 88% de las fotos y videos que se envían por medio de
sexting terminan, eventualmente, publicadas en alguno de estos sitios pornográficos. Es decir, casi 9 de cada 10 de este tipo de imágenes son robadas "por el mero propósito de mostrar imágenes y videos sexualmente explícitos de personas jóvenes", recoge el diario inglés
The Guardian.
La mayoría
El organismo se encargó de analizar unas 12.224 imágenes y videos publicados en un período de cuatro semanas. En 76 horas encontró que 10.776 de esas publicaciones ya se encontraban en alguno de los 68 sitios porno monitoreados, sin que hubiera mediado la voluntad de las personas en las imágenes.
"Los jóvenes deberían haber estado al tanto de que una vez que una imagen está disponible de forma digital, esta escapa de su control", dijo a The Guardian la CEO de IWF, Susie Hargreaves.
Los jóvenes deberían haber estado al tanto de que una vez que una imagen está disponible de forma digital, esta escapa de su control", dijo a The Guardian la CEO de IWF, Susie Hargreaves
Para ayudar a crear consciencia sobre el tema, además de revelar estos datos, la fundación ilustró el problema con testimonios de jóvenes que han pasado por la situación de encontrar sus fotos personales en sitios pornográficos.
Por ejemplo, una chica que dijo haberse tomado una foto sexualmente explícita cuando tenía 15. Ella no la había colgado en internet y aún así esta imagen permanece disponible en la red desde entonces. "Podría poner en peligro cualquier carrera que tenga en el futuro o si alguien de mi familia o amigos la encuentra", sostuvo.
A mediados de octubre fue noticia mundial la
historia de Amanda Todd, una canadiense de 15 años que se suicidó luego de tres años de ser acosada en el colegio y por internet (
cyberbullying). El punto de quiebre fue la publicación en Facebook de una fotografía de la adolescente desnuda por parte de un desconocido. La imagen fue tomada cuando Todd tenía 12 años y conoció a una persona a través de un video-chat, quien la convenció para que le enseñara los senos.
Difícil
Por su parte, el Centro de Seguridad de Internet de Reino Unido, un grupo que lleva a cabo campañas para un uso responsable de la red, usará este estudio para informar a niños sobre los peligros del
sexting.
No obstante, la organización advirtió que no tiene la potestad de bajar imágenes de internet si no puede probar que las mismas son de personas menores de 18 años. Sarah Smith, investigadora técnica de la IWF, dijo a The Guardian cuál es el mensaje claro que se extrae del estudio: "Si publicas este tipo de contenido, perderás el control de él".
Educar en la vida digital
El psicólogo uruguayo Roberto Balaguer dijo sobre el sonado caso de Amanda Todd que se encuentra en un límite difuso entre
cyberbullying y pedofilia. “De estos problemas hay documentados varios, que conforman un tipo de acoso sexual”. El nombre técnico de este tipo de hostigamiento es
grooming: “El acosador se hace pasar por un joven de la misma edad para que el acosado entre en conversación”.
Para Balaguer, en los jóvenes es importante el trabajo preventivo para evitar el acoso cibernético: “Uno tiene que explicar el fenómeno y cuáles son los actores que participan en esto. Está el hostigador y el hostigado, pero también hay una tercera parte fundamental que es la audiencia. Los que asisten, asertiva o pasivamente, a la situación. Si estos toman cartas en el asunto y lo denuncian, es una situación fácil de revertir”.
De cualquier manera, afirmó que el uso responsable de las redes es primordial, así como también el conocimiento de los padres de las actividades de sus hijos. “Las redes sociales parecen un mundo por fuera de lo real, y eso es una falacia. Esto produce a que se sienta cierta impunidad ante lo que sucede allí, que se puede hacer cualquier cosa”, explicó.
En su opinión, tanto a los padres como a sus hijos “hay que educarlos en la vida digital”.