En las playas de Ostende (Bélgica), no muy lejos de donde el cantante estadounidense Marvin Gaye compuso una de las mejores canciones de soul de todos los tiempos, Sexual Healing, el biólogo marino
Ward Appeltans ha descubierto que, literalmente, sobran 210.000 especies marinas. Y ya se han esfumado, aunque realmente nunca han llegado a existir.
Appeltans, al frente de un equipo de 270 expertos de 32 países, lleva cinco años intentando elaborar un imposible inventario de todas las especies marinas conocidas, sin incluir bacterias, virus y arqueas. Su grupo de élite ha encontrado 400.000 nombres científicos de especies, pero ha advertido que unos 170.000 se referían a seres vivos ya bautizados con otros nombres. “Calculamos que tal vez otros 40.000 de los 230.000 nombres que ahora consideramos válidos pueden ser rechazados”, explica.
El biólogo marino, de la Comisión Oceanográfica Intergubernamental de la Unesco, rememora el insólito caso del cachalote. “Tiene 19 nombres científicos y nueve de ellos fueron proporcionados por tres personas, así cada uno describió al cachalote tres veces. Fue una gran sorpresa”, recuerda Appeltans.
Estos fallos ocurren porque un individuo puede ser muy diferente de otro de la misma especie, o porque un investigador desconoce que la especie ya está descrita. Los cetáceos —ballenas y delfines— presentan el mayor número de estos casos de sinonimia (una misma especie con dos o más nombres científicos). Los expertos han detectado 1.271 nombres diferentes aplicados a solo 87 especies.
Un diccionario en blanco
De las 230.000 especies que todavía se consideran válidas, unas 200.000 pertenecen al reino animal, 7.600 al vegetal, 19.500 al Chromista (a grandes rasgos, algas con el pigmento clorofila), 1.050 al de los hongos y 550 al reino Protista (básicamente seres vivos de una célula, como los protozoos). El inventario completo, conocido como Registro Mundial de las Especies Marinas (WoRMS por sus siglas en inglés) se puede consultar libremente en
www.marinespecies.org y sus principales conclusiones se publicaron ayer
en la revista Current Biology.
Nuestro trabajo es como buscar palabras y sus definiciones para un diccionario vacío. Ahora sabemos que al menos dos terceras partes de las páginas de este diccionario están en blanco”, admite Enrique Macpherson, biólogo del CSIC
Borrando los errores, el censo de la vida marina conocida se puede quedar en unas 190.000 especies, pero los autores calculan mediante extrapolaciones que el número real puede oscilar entre las 704.000 y las 972.000.
“Nuestro trabajo es como buscar palabras y sus definiciones para un diccionario vacío. Ahora sabemos que al menos dos terceras partes de las páginas de este diccionario están en blanco”, admite
Enrique Macpherson, biólogo del CSIC y una autoridad mundial en la descripción de crustáceos.
Macpherson, que ha participado en la elaboración del inventario, cree que el gran acierto del proyecto es el propio proyecto. “El gran éxito de este trabajo es que nos hayamos juntado a hacerlo”, resume.
Como subraya Appeltans, “casi todo el trabajo de los más de dos centenares de científicos se ha llevado a cabo de manera voluntaria”. El proyecto sólo ha gastado unos 80.000 euros para ayudar a digitalizar la información de los taxónomos, los científicos encargados de realizar el inventario de la vida. Y el Instituto Marino de Flandes, que alberga la base de datos en Ostende, ha puesto a dos investigadores a trabajar a tiempo completo durante cinco años.
Vía Materia.